Opinión | El triángulo
Por el camino de baldosas electorales
Siguiendo la moda de reunir unos cuantos indicios como si de pruebas definitivas se tratara, los últimos movimientos de los partidos catalanes me llevan a concluir que la repetición electoral en esa comunidad se acerca a pasos agigantados. Incluso me atrevería a aventurar, reuniendo unos pocos pantallazos de noticias digitales, que ahora son lo más en procesos judiciales, que las elecciones generales no se encuentran muy lejos, al final del verano que no termina de arrancar como metáfora del non stop, del sin descanso.
La nueva ERC con Marta Rovira al frente, pero desde la retaguardia suiza, no quiere un acuerdo de financiación singular sobre Cataluña, quiere la llave de la caja o, en otras palabras, soberanía fiscal, ya que la nacional catalana sabe que la han perdido, por ahora. Quieren sobre todo seguir vivos en la competición del soberanismo con Junts, al que votaron para presidir el Parlament, esperando un reparto justo, apoyando a unos en la dirección legislativa y a otros, el PSC, en la de la Generalitat.
En este reparto salomónico de los votos, esperaban que Puigdemont se presentara como candidato y ante la imposibilidad de reunir los escaños suficientes, se vieran abocados al mal menor de apoyar un gobierno de Illa en minoría en una segunda votación. Pero Puigdemont no vuelve, y mira que lleva más veces avisando que el ángel de la Anunciación a María; no vuelve si no va a ser presidente, qué extendida está la no asunción de quedarse solo en presidenciable. A Rull le persigue la tentación de, según le permite el reglamento de la Cámara, poner en marcha la cuenta atrás de los dos meses hacia las elecciones sin necesidad de esperar a un pleno de investidura y votación, si nadie cuenta con los apoyos suficientes.
Junts ve en la repetición electoral una oportunidad más para seguir manteniendo el liderato en el independentismo, en las horas más bajas de Esquerra, sin candidato y con la carta de 300 militantes y cargos pidiendo renovar toda la cúpula dirigente del partido. Se quedan al otro lado los más favorables a la negociación como siempre han demostrado, Junqueras, Tardá y Rufián.
Si se gripa la investidura de Illa, basta con tirar un poco del hilo para imaginar que la legislatura nacional que no acaba de arrancar finaliza también si sumamos al carrete el anuncio oficial de que tenemos fiesta y Alvise para las generales, Sánchez verá las elecciones con más alegría. La división de los ultras, los antisistema o como los queramos llamar hace todavía más difícil imaginar a Feijóo llegando a acuerdos con todos ellos. Macron y Sánchez aparecieron casi al mismo tiempo, son hijos de una época y una táctica.
*Politóloga
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