Opinión | El cuerpo en guerra

La sociedad del Parlamento Europeo

Se supone que el Parlamento Europeo es el máximo representante de la ciudadanía de europea, un reflejo de la misma y, tras las elecciones del pasado fin de semana... Da bastante miedito. Impone mucho respeto que predomine la derecha ultraconservadora y nacionalista, esto es, la suma del centroderecha (PPE), los liberales (Renew), la extrema derecha (ID) y los ultraconservadores (ERC). Comparado con este gran bloque, los socialdemócratas parecen apenas pequeñas manchitas en el Parlamento y la situación resulta preocupante si analizamos el resultado de países como Francia, Bélgica, Países Bajos o Italia, por no hablar de Polonia, Finlandia, Bulgaria, Grecia o la República Checa (en esta última no hay representación socialdemócrata). ¿Es esta la Europa que queríamos construir para evitar las grandes guerras entre nosotros?

Estoy segura de que los «padres» de la UE no imaginaban un escenario así cuando fundaron el germen del que brotaría lo demás: la Comunidad Económica del Carbón y el Acero. Sí, los intereses han sido predominantemente económicos en su evolución, pero había una latente vocación de crear unos «Estados Unidos de Europa», que se vino abajo cuando se tumbó la Constitución Europea y vino lo que acabó con todos los europeístas de corazón como yo: lo de Grecia. Después de eso, tiré por la borda todas las asignaturas de la UE existentes en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense que había cursado y se instaló en mí un desencanto feroz. El golpe final, la sentencia de muerte de mi tímida esperanza en otra Europa: todo lo que permitimos que pase con la guerra de Ucrania.

Ahora, además de un corazón roto, tengo un miedo atroz a la Europa que se viene y cuyo sentir queda reflejado en ese hemiciclo de 720 escaños. Si es esa voz la que va a guiar el futuro de la UE, debemos prepararnos para lo peor.

Siempre he dicho que me sentía europea, después española y ciudadana del mundo (en ese orden). Ahora estoy huérfana de sentimiento de pertenencia. Ahora soy una feminista española que lucha por salvaguardar la socialdemocracia en España y el carácter público de servicios esenciales como la sanidad o la educación. Y que os recomienda encarecidamente, porque necesita poner la vista en otro horizonte futuro, la serie ‘The Walk-In’, protagonizada por el colosal Stephen Graham, que interpreta el papel de un neonazi arrepentido. Basada en hechos reales y documentada exhaustivamente, nos enfrenta a esa realidad: el florecimiento de grupúsculos violentos de extrema derecha. Es una serie que nos muestra el caldo de cultivo subyacente de lo que han evidenciado los resultados electorales.

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents