Opinión | Hoy
Estos otros tres
No caigamos en ver el mismo teatro de los mismos nuevos bocazas
Me llamas esperanzado tras los resultados de las elecciones europeas, para decirme que se te han renovado las ilusiones con este aire fresco que traen esos tres elegidos de esa nueva opción de ese nuevo no sé qué partido político, surgido de no sé qué redes sociales y no sé qué viejo nuevo parlanchín a pie de pueblo, que dice que no sé qué que va a arreglar la no sé qué. Yo te escucho mientras me sonrío para dentro, con esta nueva vieja sonrisa que se ha fosilizado en el rictus recto de mi rostro, sonrisa que no es de inocencia ni ternura, sino de agotamiento. Amigo mío, ¡que a estas alturas de la película aún te sigan timando los nuevos viejos parlanchines! Nosotros, que sufrimos la palabrería del mayo de 1968, y la de 1978, y la de 1988..., y así cada diez años, más o menos. ¿Tan senil o tan acomodado estás ya que no recuerdas en qué iban quedando tantos verborreas en tantas cafeterías de facultad, en tantas tertulias de televisión? ¿De verdad que no recuerdas en qué acabaron aquellas barbas floridas, aquellas melenas heroicas, aquellas coletas, y no solo en las chollas de toreros? ¿O es que tú también reposas ya en tu descanso del guerrero, vegetando en tu buen retiro, pero jugando a fantasear que eres revolucionario y te identificas con estos nuevos viejos revolucionarios con aliento a rancio en cuanto abren la boca? Amigo mío, tú y yo ya deberíamos poseer la suficiente perspectiva para que no nos sigan timando estos nuevos viejos revolucionarios iguales a estas viejas glorias, metidas a intelectuales y escritores, disimulando sus uñas y sus colmillos bien limados. ¿Tu senil vista cansada no te deja ver ya cómo viven aquellas feministas que iban a acabar con la violencia machista a base de palabrería no sexista, aquellos pedagogos que iban a acabar con la alienación de la dictadura, aquellos escritores que iban a revolucionar el panorama cultural, aquellos andalucistas que iban a llevar a Andalucía a no sé qué cielo, aquellos republicanos que, mamando de la monarquía, iban a ver la siguiente república, aquellos...y aquellas, por supuesto, con esta vieja nueva política que induce a la corrupción, con ese recuento de votos, con esas matemáticas perversas donde dos más dos son todo menos cuatro, con tanta mentira, tanto teatro, y, sobre todo, tanta, tanta palabrería? ¡Tanta palabrería! No, amigo mío, no caigamos en otros cinco o diez años de ver el mismo nuevo viejo teatro de los mismos nuevos bocazas que acuden a la nueva vieja recova para vivir a costa de nuevos viejos incautos. Que al menos para eso nos sirva tanta vejez como cargamos ya, fruto de tantos días de vértigo y basura como tragábamos y seguimos tragando.
*Escritor
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