Opinión | Paso a paso

Inteligencia artificial

Innovación y transformación agroalimentaria

En el ocaso de una era dominada por la testarudez de lo analógico, Córdoba se erige como luminaria del progreso al acoger el Congreso Internacional de Inteligencia Artificial aplicada a la cadena agroalimentaria. Este magno evento, que reunirá a más de 400 eruditos de todos los rincones del orbe, promete ser un hito en la cruzada por la innovación y la transformación digital de nuestro más básico sustento: la alimentación.

La inteligencia artificial, ese prodigio contemporáneo que tanto terror infunde a los luditas modernos, no es sino la culminación de un anhelo humano tan antiguo como la rueda: la superación de nuestras propias limitaciones. Los agoreros del desastre, esos mismos que en tiempos arremetieron contra la imprenta o el ferrocarril, hoy nos advierten de los supuestos peligros de un mundo dominado por máquinas pensantes. No obstante, su retórica alarmista se desmorona ante la simple evidencia de los beneficios que la IA puede aportar a la agricultura y la alimentación.

Desde la optimización de los cultivos hasta la reducción del desperdicio alimentario, las aplicaciones de la IA en el sector agroalimentario son tan vastas como prometedoras. Un algoritmo capaz de predecir plagas antes de que arrasen con cosechas enteras, o sistemas de riego inteligente que conservan ese bien tan preciado que es el agua, son ejemplos palpables de cómo la tecnología puede, y debe, ser nuestra aliada. Como diría Shakespeare, «No temamos a la grandeza: algunos nacen grandes, otros alcanzan la grandeza, y a otros la grandeza les es impuesta».

Sin embargo, no faltan quienes, parapetados tras una supuesta defensa de la tradición y el medio ambiente, pretenden frenar este avance. Argumentan que la implementación de tecnologías disruptivas en el campo podría deshumanizar la labor agrícola, que el hombre ha desempeñado desde tiempos inmemoriales. Este discurso nostálgico olvida que la verdadera deshumanización reside en la perpetuación de métodos obsoletos que condenan a millones al hambre y la miseria. Recordemos a Ortega y Gasset: «El esfuerzo inútil conduce a la melancolía».

Es menester, pues, que abracemos esta revolución tecnológica con entusiasmo y responsabilidad. La inteligencia artificial no es un enemigo a temer, sino una herramienta a dominar. Córdoba, al acoger a los más brillantes cerebros en el ámbito de la IA, reafirma su papel como faro de la civilización, guiándonos hacia un futuro más próspero y justo. Como diría Cervantes, «cambiar el mundo, amigo Sancho, que no es locura ni utopía, sino justicia».

*Mediador y escritor

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