Opinión | Caligrafía

No tan especiales

Circula un vídeo por ahí en el que un señor, durante el espectáculo de un cómico, se sube al escenario y le propina al mismo dos guantazos, para terror del cómico y estupefacción de los presentes. El cómico había comentado antes en twitter, en la foto del bebé del señor, sobre su posible futura sexualidad, para hacerle daño al padre, porque no comparten ideología política. El señor le arrea el primer puñetazo, le grita con violencia, y sin transición se dirige al público con el tono de no haber roto un plato, perdón, sólo soy un padre defendiendo a su hijo, etc. Sigue gritándole y le casca el segundo. El cómico se ha disculpado y han pasado todos a defender lo mismo pero ahora con tono santurrón. Lo previsible. Casi preferiría la violencia sin el tic de la demagogia, en ambos casos. Claro: confundimos lo que nos apetece hacer con lo que está bien hacer. Insultar al rival o arrearle dos puñetazos no tiene nada de único, es lo que primero se le ocurre a cualquiera. La civilización o la educación o lo que quieran ustedes defender es precisamente no hacer lo que a uno le apetece, sino lo correcto.

Preocupa que este tic de hacer lo que haría cualquiera lo tengan diputados, ministros o el presidente del Gobierno, que el miércoles publicó en twitter otra carta a la ciudadanía, mitad coces, mitad drama, porque piensa o quiere hacer pensar, como tantos, que la culpa de que su esposa esté investigada es de otros. El Presidente es de las personas que menos debería hacer lo que le apetece sobre lo que debe, porque para hacer lo que hace todo el mundo ya están, y gratis, los demás.

  • Abogado

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