«El Lagar de Santa Magdalena, enclavado en tierras albarizas de la Campiña de Córdoba históricamente famosas por la calidad de sus viñedos, viene elaborando desde el siglo XIX sus vinos con la uva Pedro Ximénez, que es la autóctona de la zona». Así lo describe la tarjeta de este lagar, que el miércoles pasado hizo su presentación formal en la Ermita de la Candelaria, acompañados por un delicioso menú; cualquier celebración que pase por las manos de Javier Campos, tiene el éxito asegurado. Son propietarios de este lagar Chea Madrid Luque y Antonio Alarcón Pallarés, en cuya familia se ha mantenido durante varias generaciones, dedicando su actividad y producción vitivinícola a surtir de vino a bodegas de la zona, como Cruz Conde o Bodegas Alarcón que, ubicadas en Santa Marina, pertenecieron al padre de Antonio.
Podríamos, por tanto, acudir a nuestro refranero, que es rico en sentencias sobre las leyes de la herencia: «De casta le viene al galgo», «De tal palo, tal astilla», «Bendita sea la rama que al tronco sale»; porque ambos -Chea y Antonio- llevan en la sangre la pasión por el vino, pero como la vida tiene unos renglones tan torcidos que, a veces, no parecen ni renglones, daba la impresión de que la saga de viticultores, vendimiadores y bodegueros, estaba definitivamente concluida. Antonio, con su profesión de odontólogo y estomatólogo bien asentada, con su clínica dental en pleno éxito; Chea, con sus encuadernaciones artísticas. ¿Quién iba a pensar que en 2015, en vez de embarcarse en yates, cruceros de lujo y vacaciones en las Maldivas, emprenderían esta aventura que, previsiblemente, sólo les ocasionaría trabajo, gastos y preocupaciones? ¿Y que en 2017 tendrían sus vinos etiquetados e iniciando el camino comercial protegidos por su calidad.
Pues así ha sido: Han renovado y modernizado el lagar. Con la ayuda de Pepe Campos, han investigado, estudiado y aprendido; han pintado, repintado -sobre todo Chea- ordenado y decorado. Y con la asistencia técnica del enólogo José Ignacio Santiago, han conseguido embotellar los milagrosos vinos -blanco natural, fino, amontillado, oloroso, cream, palo cortado y Pedro Ximénez- que se obtienen de esta uva mágica. Incluso han añadido al repertorio el Chea Twist, blanco ligero aromatizado con hierbabuena, hierba luisa y lima-limón para tomar con hielo. En este caluroso otoño, puede servirnos para brindar por los vinos de nuestra tierra: los de Montilla-Moriles.