Diario Córdoba

Diario Córdoba

Antonio Gil

PARA TI, PARA MÍ

Antonio Gil

«No apartes tu rostro del pobre»

Se celebra la VII Jornada Mundial de los pobres, instituida por el papa Francisco, en un momento crítico para la humanidad

Hoy, domingo, se celebra la VII Jornada Mundial de los pobres, con este lema acuciante y urgente: ‘No apartes tu rostro del pobre’, un texto poco conocido del Antiguo Testamento, tomado del Libro de Tobías, fascinante y rico en sabiduría. Como bien sabemos, esta Jornada fue instituida por el papa Francisco, quizá como eco de aquellas palabras que tantas veces ha recordado el propio pontífice, pronunciadas por el cardenal brasileño Claudio Hummes, en el Cónclave de marzo de 2013: «Cuando los votos subieron a los dos tercios, hubo el acostumbrado aplauso, porque había sido elegido. Y entonces, el cardenal Hummes, me abrazó, me besó y me dijo: «No te olvides de los pobres». Y estas palabras entraron en mi corazón: «Los pobres, los pobres». De pronto, en relación con los pobres, pensé en Francisco de Asís, el hombre de la paz. Y así, el nombre ha entrado en mi corazón: «Francisco de Asís». Y enseguida el Papa estableció la Jornada Mundial de los pobres. Llega esta Jornada en unos momentos críticos, -al menos, cuando escribo estas líneas-, que me traen a la memoria uno de los más audaces y valientes artículos escritos por el recientemente fallecido José María Carrascal, en una Tercera de Abc, en el que denunciaba la situación que vive la humanidad, con estas palabras: «Hoy existen malhechores en todos los países y posiciones, hasta el punto de ocupar jefaturas de Estado y gobierno. Se caracterizan por hacer lo contrario de lo que dicen, en mentir descaradamente e incluso en enorgullecerse de ello, acabando con todo rastro de ética y moral que el género humano ha ido acumulando a lo largo de los siglos, bastándoles cambiar el nombre del delito». El recordado periodista que nos dejó en silencio, en una alta madrugada madrileña, ponía el dedo en la llaga, iluminando la «opinión pública», tal vez aletargada y confusa. Como nos recuerda el papa Francisco, en su Mensaje de esta Jornada Mundial: «Vivimos un momento histórico que no favorece la atención hacia los más pobres. La llamada al bienestar sube cada vez más de volumen, mientras las voces del que vive en la pobreza se silencian. Se tiende a descuidar todo aquello que no forma parte de los modelos de vida destinados sobre todo a las generaciones más jóvenes, que son las más frágiles frente al cambio cultural en curso. Lo que es desagradable y provoca sufrimiento se pone entre paréntesis, mientras que las cualidades físicas se exaltan, como si fueran la principal meta a alcanzar». Y a continuación, el Papa evoca unas palabras del santo papa Juan XXIII, con motivo del 60 aniversario de la Encíclica ‘Pacem in terris’, cuando escribía: «Observamos que el hombre tiene derecho a la existencia, a la integridad corporal, a los medios necesarios para un decoroso nivel de vida, cuales son, principalmente, el alimento, el vestido, la vivienda, el descanso, la asistencia médica y, finalmente, los servicios indispensables que a cada uno debe prestar el Estado». En su Mensaje, el Papa dedica un largo espacio a presentarnos las «nuevas formas de pobreza» en el mundo de hoy, especialmente en las poblaciones que viven en zonas de guerra, en los niños privados de un presente sereno y de un futuro digno. Señala también como «nuevas pobrezas», a las víctimas de las «especulaciones» que, en diversos sectores, llevan a un dramático aumento de los costes que vuelven a muchísimas familias aún más indigentes. «¿Y cómo no llamar la atención, además, sobre el desorden ético que marca el mundo del trabajo?», se pregunta también el Papa, mientras subraya con fuerza las terribles lacras que amenazan el mundo laboral: «El trato deshumano que se reserva a tantos trabajadores y trabajadoras; la retribución que no corresponde al trabajo realizado; el flagelo de la precariedad; las excesivas víctimas de accidentes...». Llamativo Mensaje el del Papa, dedicado a los pobres, en el que, finalmente, nos hace esta fraternal invitación: «Descubramos a Cristo en ellos, prestémosle nuestra voz en sus causas, seamos sus amigos, escuchándolos e interpretándolos, recogiendo la misteriosa sabiduría que Dios quiere comunicarnos a través de ellos».

Ahora, todo parece temblar bajo nuestros pies. Cimientos como la verdad, el valor de la palabra dada, la honestidad, los principios más elementales de la razón y del derecho, son golpeados con fuerza en esta «sociedad líquida» en la que nos zambullimos y en esta cultura posmoderna, donde los hechos objetivos se esfuman y lo que importan son las emociones o los estímulos, los sentimientos personales o los intereses particulares en la percepción de la realidad, acallando cualquier destello de racionalidad. De esos «polvos», los «lodos» de las ‘fake news’, donde las ideas falsas, las mentiras y los engaños emocionales, la sinrazón más cruel «campan» por redes sociales, programas políticos, campañas comerciales u otros mentideros del siglo XXI. Quizá, por eso, la Madre Teresa de Calcuta, contemplando esta realidad, decía: «La enfermedad que padece el mundo, la enfermedad principal del hombre no es la pobreza o la guerra, es la falta de amor, la esclerosis del corazón».

Compartir el artículo

stats