Diario Córdoba

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Miguel Donate Salcedo

caligrafía

Miguel Donate Salcedo

‘Las dos torres’

Cuando escribo esta columna tengo ya comprada una entrada para ver la reposición de ‘El señor de los anillos: las dos torres’ en el cine. Fue la primera película de ‘El señor de los anillos’ que vi en el cine, porque cuando estrenaron ‘La comunidad del anillo’ yo tenía 16 años y había hecho cuestión de gabinete no ver las adaptaciones, apoyando espiritualmente a Christopher Tolkien, que públicamente decía que no las podía soportar. Mi hermano insistía en que la película era majestuosa, así que la acabé viendo en un ‘screener’ cutre en su ordenador al buen año de su estreno, y tuve que reconocer que la película era maravillosa y yo un poquito imbécil, y la vi dos veces más ese día para compensar. ‘La comunidad’ no la he visto en el cine. Ni en la filmoteca, ni en una reposición casual, ni en la de la semana pasada, que habría sido lo ideal. No la vi porque estaba, a esa hora, jugando mi partida de liga de ‘El señor de los anillos en Estalia’, en la que me dieron una paliza monumental, encima.

Al elegir los asientos, ya había varios perfectamente seleccionados: dos o tres solitarios y sus buenos grupos de cuatro o cinco amigos. Escribí hace años que los cines deben reponer películas y hacer ciclos y que en ello les va la supervivencia, porque como ‘estrenaderos’ van quedando para poco. ¡Ah, tener mi entrada en la cartera, y anticipar el murmullo y el calor de la sala! Voy a abrir mi cerebro como si mis ojos fueran un embudo, y la pantalla vertiera calderos de luz por ellos. Ya pensaré después.

Coincide el título de la película con el de la novela o parte de la novela. Pero hay muchas torres. ¿Hablamos de Orthanc y Barad-dûr, las torres de Saruman y Sauron? Tolkien, en una carta de agosto de 1953 a Rayner Unwin (el hijo de Stanley Unwin, primer editor de Tolkien), anticipa que puede ser ambiguo, porque además de esas dos podrían darse por aludidas Minas Tirith o Cirith Ungol. En una carta posterior a Unwin, de enero de 1954, Tolkien especifica que las torres son la de Orthanc y la de Cirith Ungol (que guarda el paso del mismo nombre), aunque admite que la constante oposición entre Torre Oscura y Minas Tirith puede llevar a confusión. Es siempre conmovedor y apabullante ver a Tolkien debatiendo sobre su propia imaginación.

El problema es que cuando Tolkien dibujó la sobrecubierta de ‘Las dos torres’ una de ellas es Orthanc, la de Saruman, pero la otra es Minas Morgul, blanca y coronada por una luna menguante. Siendo esta su última decisión sobre el asunto, parece que la segunda torre es Minas Morgul. Juan M. Villa, gran águila y uno de los grandes eruditos de la Sociedad Tolkien, da otro argumento definitivo: al final del primer volumen, Tolkien escribe expresamente: «La segunda parte tiene como título ‘Las dos torres’, ya que los acontecimientos ahí relatados están bajo el dominio de Orthanc, la ciudadela de Saruman, y la fortaleza de Minas Morgul que guarda la entrada secreta de Mordor».

Nada como una buena interpretación auténtica, ¿verdad?

*Abogado

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