Diario Córdoba

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Marisol Salcedo

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Marisol Salcedo

Las gachas

«Es un plato primitivo -neolítico- del cual cada país conserva su versión»

La celebración del Día de Todos los Santos y el de los Fieles Difuntos está rodeada de costumbres que pueden variar de unas localidades a otras, pero algunas son comunes a toda España y, aunque la fiesta de Halloween -Año Nuevo Celta- está incorporada desde hace tiempo a nuestro calendario, porque la globalización no perdona, continúan plenamente vigentes las visitas a los cementerios, la representación de Don Juan Tenorio y la elaboración de dulces típicos.

Estos días, los cementerios acogen un bullicioso ir y venir de gente que acude no sólo a visitar las tumbas de sus familiares, sino a blanquearlas limpiarlas y adornarlas con flores; como cada ciudad tiene su sello, en Córdoba los cementerios se convierten -con todos los respetos- en un trasunto de los patios. Y muy relacionadas con el tema, están las representaciones de Don Juan Tenorio, drama religioso-fantástico en dos partes, escrito por Don José Zorrilla que, desde su estreno en 1849, no ha dejado de representarse. Aquí, concretamente en la Diputación Provincial, utilizando como escenarios naturales sus patios y salones, cobrará vida los días 30, 31, 1 y 2, en los actores de la Compañía de Teatro Clásico de Córdoba, producciones de Teatro Par, con Álvaro Barrios Mejías como productor, titular de la compañía y actor, bajo la dirección de Antonio Barrios Gutiérrez.

En cuanto a los dulces -boniatos en almíbar, buñuelos rellenos, huesos de santo, frutos secos garrapiñados-, las gachas ganan por goleada. Es un plato primitivo -neolítico- del cual cada país conserva su versión. Tengamos en cuenta que la cocción en agua de la harina de cualquier cereal o legumbre fue anterior al pan fermentado con levadura y cocido por la acción exterior del fuego. Aquí las gachas más comunes actualmente son las que se hacen con harina de trigo y leche. Y éstas son las que yo hago: frío en 150g de aceite de oliva virgen extra la piel -sólo la parte amarilla- de un limón y una cucharada de matalahúva; cuelo el aceite, lo vuelvo a poner en la sartén, le agrego 150g de harina, rehogo un par de minutos y le voy incorporando poco a poco un litro y medio de leche, previamente hervida con una rama de canela. Sigo removiendo hasta que cueza a fuego lento un mínimo de 10 minutos. 2 minutos antes de retirarlas del fuego, añado 200g de azúcar y una copa de anís seco. Para servirlas, espolvoreo con canela y adorno con cuscurros de pan frito.

*Académica 

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