Después del temporal, pasar por los Jardines de la Agricultura y leer en la fachada de la nueva biblioteca el nombre de Grupo Cántico, en sus letras metálicas, fue recuperar la claridad. Habían sido unos días duros, con el viento agitado y la escena de troncos partidos tras el vendaval. Entonces se colocan los primeros fondos en la nueva biblioteca, con los poetas del grupo Cántico y con Antonio Gala, que es una expresión del paisaje en el tiempo que también tiene mucho que ver con la localización del lugar. Porque la Biblioteca Grupo Cántico, en Los Patos, se encuentra justo enfrente de la estación de tren: no sólo de la actual, sino también de la antigua, donde ahora está Canal Sur, que es la misma estación por la que los poetas de Cántico salían de Córdoba al mundo, que era entonces Madrid y era también Málaga, exactamente las mismas direcciones hacia las que partió Antonio Gala desde Córdoba. En palabras de Antonio Machado: Madrid, rompeolas de todas las Españas. Una biblioteca es un refugio ante la oscuridad. Aunque es de noche, nos recuerda San Juan de la Cruz, para que lo cantaran Enrique Morente y Rosalía. Todas las edades de cualquier biografía se reservan su propia estación de penumbra; pero siempre hay un libro, o puede haberlo, para dirigirnos a la luz. Cuando el presidente Juanma Moreno colocó los primeros fondos en un anaquel de la biblioteca, estaba depositando también ese misterio que nos mantiene en pie: como una revista de poesía que ahora es mítica, aunque en su día se le hiciera, lo recordaba Pablo, poco caso. Con esta espectacular biblioteca hemos ganado: la luminosidad que la atraviesa desde el parque parece que nos lleva lejos de la ciudad, y cada vez más dentro, como llevó a Cántico, excepto a Ricardo Molina y Juan Bernier, y a Antonio Gala. Te vas para volver, cada vez más henchido de horizonte. Va a ser estupendo regresar a Córdoba y encontrarse, al echar a andar por la ciudad, con la Biblioteca Grupo Cántico.
* Escritor