Diario Córdoba

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Jose Manuel CuencaToribio

HISTORIA EN EL TIEMPO

José Manuel Cuenca Toribio

1923, un centenario (2)

En un sistema personalista y antiparlamentario, era lógico que la discusión política fuere muy enteca

Pese a estar en presencia del régimen en que el cambio social adquiriría de manera plena y relevante todos sus derechos en nuestro país, circunstancias que acaso deriven de la hipertrófica ideologización de la historiografía contemporaneísta abocan hasta el presente la injustificada desatención a la Dictadura, conforme se recordara en el artículo precedente.

Y, sin embargo, su atracción investigadora es muy fuerte. La aparente simplicidad de su desenvolvimiento y la abundancia de visiones estereotipadas proporcionan sin duda una imagen muy distinta a lo antedicho. En un régimen de «obras» es normal que la acción predominara sobre la idea. En un sistema personalista y antiparlamentario, resultaba lógico que la discusión ideológica y política fuere muy enteca. En una etapa autoritaria en que la vigencia de la censura se manifestó más imprevisible que implacable, podía esperarse un arte adocenado o propagandístico. Por último, en un poder conservador cabía imaginar que el catolicismo ocupara un lugar primacial en el comportamiento de sus estratos dirigentes. No obstante, nada o casi nada de ello se ajustó a tan previsibles patrones.

Resuelto el agobiante problema del orden público y solucionada la grave cuestión marroquí, la dictadura se presentó como el Sistema que encarnaba los anhelos palintocráticos de varias hornadas de españoles. El caudaloso río regeneracionista -en el que la aportación de la generación «europea» del 14 no era pequeña- desembocaba en un gobierno que demostraba el vigor transformador de la sociedad hispana, ninguna de cuyas energías quedaría estéril en la empresa de su modernización. Su mesianismo pragmático no ahogó, empero, la controversia doctrinal, tan viva en una década en que la crisis pasajera de la democracia suscitó una variada panoplia de fórmulas redentoras fuera y dentro de nuestras fronteras. Así no es por entero descartable que cuando se acometan las investigaciones pertinentes, se visibilice que fueron los años 20 el capítulo más fecundo, en cantidad y, en ciertas facetas, también en calidad, de la historia de las ideas de la España contemporánea. Instituciones académicas y corporativas dieron a la luz en dicho tiempo un alud de títulos, ocupados por dar a conocer y ofrecer soluciones a la candente temática político-doctrinal provocada por la expansión del comunismo y el fin de la Gran Guerra. Plumas del más diverso corte concurrieron en una palestra que, durante el periodo dictatorial, fue tan densa como plural.

Exceptuada la prensa más influyente, ninguna coacción de relieve se ejerció sobre el debate de las grandes temas políticos, incluida la propia polémica sobre el régimen. El «genocidio cultural» del que hablan con algún énfasis los historiadores catalanistas fue de otra naturaleza, aplicándose en parcelas de menor porte ideológico.

** Catedrático

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