Diario Córdoba

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Marcos Santiago Cortés

Una esperanza preciosa

Definitivamente el independentismo étnico que propugnan algunos partidos de Cataluña y el País Vasco significa no solo un descrédito y desprestigio internacional sino un síntoma clarísimo de mala evolución educativa, una deriva de incivilización. Me pregunto hasta qué punto un padre de familia puede caer tan bajo teniendo descendencia que bien puede sufrir su fanatismo; porque esta gentuza tiene hijos. Los terribles sucesos que acaecen en la franja de Gaza, a mí al menos me han abierto los ojos para tachar al independentismo vasco y catalán sino de criminal, sí que de probable criminal en potencia. Porque está fuera de toda duda que los conflictos étnicos y nacionalistas que ponen a las muchedumbres en las calles pueden terminar en tragedia. El único nacionalismo independentista comprensible es aquel que nace cuando una dictadura extranjera oprime las libertades más fundamentales de la gente de a pie. Pero en una democracia como la española, que precisamente mima económicamente mucho más a las comunidades autónomas mal llamadas «históricas» (para historia, Andalucía) y que por tanto fomentan una vida con más oportunidades a las familias allí residentes que a las del resto de España, las reivindicaciones independentistas son de lo más bajuno que puede existir en política. Porque corrupción no solo es meter la mano, sino también meter la pata. Y estos extraños seres que representan el liderazgo independentista me parecen criaturas diabólicas. Y sí, soy consciente del lenguaje enojado que estoy utilizando, pero es que el éxtasis de la hipocresía política que estamos viviendo aquí está alcanzando cuotas intolerables de oportunismo barato lacerado de falso victimismo. Decimos que no todo vale en política, pero es que en este asunto los políticos actuales no están valiendo para nada. Y perdónenme, pero la opinión pública está demasiado pasiva con semejante ofensa social que está protagonizando esta gentuza de la que hablo. No exagero cuando afirmo que la semilla maligna que se está sembrando en Cataluña y País Vasco es exactamente la misma que está destrozando Oriente Medio o lo que hace unas décadas vimos en África, donde gentes de la misma tierra se sacaban la piel a tiras hasta morir de dolor. Pero en África había partes que no comían en tres días. Y en Gaza también. Además, los niños no recibían educación ni los jóvenes tenían la más mínima salida laboral. Tampoco tenían un techo ni siquiera de uralita para parar la lluvia. Y en Cataluña y País Vasco hay de todo. Y cuando digo de todo me basta con que nadie muera de sed o de hambre. ¡Y que no haya nadie que hable claro a estos promotores del odio entre vecinos! Sin embargo, me ha nacido una esperanza que estoy seguro que enamorará a todas las regiones españolas y que bien puede significar el nuevo punto de unión de todos los pueblos de España. Verán ustedes, la princesa de Asturias, la futura Reina de España, es, sinceramente lo creo, una persona que nos ha caído del Cielo cuando más la necesitábamos. Don Juan Carlos estuvo bien, pero nos vino dado y nunca lo cuestionamos. El rey Felipe es una persona seria y trabajadora, pero le falta esa chispa mágica y popular. Pero esta chica es otra historia: enamora por donde pasa y fascina cuando habla. Y le ilusiona cumplir con maestría su destino. Tiene la sangre de los antiguos dioses y el alma de pueblo. Por todo esto estoy seguro de que cuanto más crezca ella más disminuirá el independentismo. Así que cuanto antes reine, mejor. Ahí lo dejo...

*Abogado

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