Diario Córdoba

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Ana Castro

el cuerpo en guerra

Ana Castro

Sobrevivir al mundo en guerra

Lo de Irak fue un ensayo de muchas cosas, incluyendo las conspiraciones, los supuestos «secretos de Estado» y las fake news, y nos abrió los ojos a una generación: las guerras mundiales no eran cosa de los libros de historia. Estábamos asistiendo al ensayo de una en un país lejano donde los occidentales no nos viéramos afectados directamente, pobrecitos de nosotros, no fuera a ser que se nos corrompiera el alma. Igualmente, algo quedó pervertido en nosotros: la violencia extrema que presenciamos... Miradnos, indemnes emocionalmente (al menos, la mayoría) a la barbarie que reina entre nosotros. Hace algo más de un año dio comienzo la Guerra de Ucrania. ¡Una guerra en territorio europeo! A los pocos europeístas que quedaban se le cayeron los esquemas al suelo, por si lo que la UE hizo a Grecia no le había abierto los ojos del todo. A mí me sigue resultando inconcebible que podamos tolerarlo y seguir con nuestro día a día, mientras no se vislumbra el fin ni hay voluntad política de que resuelva pronto y el miedo constante a que Putin pulse un botón y salgamos todos por los aires en cualquier momento. A todo se acostumbra uno. Por si no tuviéramos suficiente, ahora Israel y las milicias palestinas de Hamás han desatado ese conflicto internacional que mi profesor (palestino) de Relaciones Internacionales auguraba como irresoluble por encima de los siglos. Las condiciones que ha impuesto Israel a la Franja de Gaza son totalmente genocidas y resulta inconcebible que un pueblo con semejante historia repita a la inversa lo que sufrió en sus carnes. ¿Cómo podemos respirar o comer con normalidad sabiendo que a casi 5.000 km de distancia suceden semejantes atrocidades y con nuestros compañeros ucranianos aún en pie de guerra? ¿Dónde quedan nuestros valores, nuestra responsabilidad civil, para reclamar y exigir el cumplimiento de los Derechos Humanos en todo territorio habitable? En un contexto de exaltación de la violencia e indiferencia total ante la desigualdad y sufrimiento del otro, ¿se nos ha metido acaso la guerra dentro como para que nos impida ver más allá de nuestro propio egoísmo y de la competitividad máxima con respecto a cualquiera que podamos advertir como una amenaza o hemos caído en la abulia máxima, donde no hay espacio para la dignidad del ser, la salud mental ha quedado hundida totalmente y alrededor sólo hay oscuridad y nubes? Todos tenemos nuestras guerras. A veces ocupan más o menos espacio de nosotros mismos y nos impiden ver o interiorizar la realidad. ¿Nuestras cotidianidades nos tienen tan fustigados que no nos dejan tener una visión más amplia? Se anda sólo a la caza de las imágenes más escalofriantes para lograr vistas e impacto mientras nos volvemos cada vez más inmunes a ellas. El cuerpo hace cualquier cosa para no colapsarse ante el dolor. Y ya vivimos bastante al límite.

*Escritora

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