Diario Córdoba

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Ana Castro

EL CUERPO EN GUERRA

Ana Castro

En la cama

Septiembre sigue sin haber comenzado para mí y ya se marcha. Me he perdido la vuelta al cole, el fin de la vuelta ciclista que inaugura oficialmente la partida del verano. Y ya es otoño: hojas caídas y sudaderas. A este lado de la ventana apenas se nota aún. La vida sigue sucediendo fuera y tras cualquier intento por reengancharme a ella hay una caída mayor. Todo se reduce a la cama.

El miedo a empeorar empieza a condicionarme. Puede que no sea sólo el dolor, puede que vivir ahora me cueste más porque el precio que paga mi cuerpo es superior y que la cama sea el único lugar seguro. Quizás haya llegado al fin de esta etapa, independientemente de los planes que se esfuman y los viajes cancelados que no paran de definir este año. No soy capaz de imaginarme la siguiente. Hace mucho que no creo en el futuro, esto es, sé que no hay un futuro fuera del dolor.

Siento acaparar estas columnas con la primera persona del singular -me he adelantado; octubre es el mes del dolor- pero ahora mismo no sé nada del mundo porque no cabe en los límites de la cama, que son los de mi existencia. Estaría bien que pudiéramos desplazarnos por el mundo en la cama, con en los cientos de obras e instalaciones que han ideado decenas de artistas y que recoge el proyecto de instagram @unarchivodelacama de mi amiga Clarita, que os invito a visitar. Y a soñar con un mundo más accesible para todos aquellos que hoy no existimos para la sociedad.

La psicóloga me preguntaba el otro día que cómo me sostengo así. Me apuré a contestar que desempeñando un personaje: el de persona que resiste a toda costa, lo que ves es lo que hay. «¿Y tienes fuerzas para eso? ¿Da de sí tu cuerpo? ¿De verdad vas a poder coger un tren y recitar poemas en Cosmopoética, si apenas te sale la voz para hablar conmigo?» «Tendré que poder. Es lo único que me queda.» Sabe lo que supone esa frase. Sabe que lo he perdido todo. Por eso me da una cita en su agenda para antes del 3 de octubre. Y es una profesional de la Sanidad Pública.

Al fin y al cabo, esta no deja de ser otra historia más del primer mundo, pero del jodido, de cuando la lavadora que está rota y sale el agua con mierda por todas partes e inunda el piso eres tú. ¿Sabéis si se puede llamar a algún seguro que se haga cargo? Me resisto a usar todavía el de decesos.

** Escritora

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