Diario Córdoba

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Marisol Salcedo

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Marisol Salcedo

Luz para no dormir

Casi todos los actos que realizamos los seres humanos se acogen a costumbres y rituales que, sin llegar a ser trastornos obsesivos compulsivos -o sí, que no soy técnica en la materia- marcan su día a día, aunque no les suponga mayor problema para llevar una existencia que pudiéramos considerar normal. Por ejemplo, antes de acostarse, apagar las luces, revisar los grifos de la casa y comprobar que la puerta de la calle está cerrada. Los fumadores, por regla general, ante el temor de provocar un incendio, miran la basura y los ceniceros, por si alguna colilla hubiese quedado encendida. Seguro que a todos se nos ocurren parecidas situaciones, probablemente porque las padecemos, pero hoy nos interesan las relacionadas con el sueño.

Algunas personas tienen que dormir tapadas o envueltas como momias aunque haga un calor espantoso; otras, a pesar del frío, necesitan mantener los pies al aire; unas, en pleno invierno, con las ventanas abiertas de par en par; otras, en verano, con las ventanas cerradas a cal y canto; unas, que se hartan de agua antes de acostarse; otras, que no beben ni una gota... No hablemos ya de la indumentaria que cada cual admite: desde la total desnudez hasta los pijamas y calcetines polares, pasando por todo el repertorio de camisones, camisetas y pantalones cortos o largos. Y luego está lo de la luz, su intensidad; quienes necesitan una luz más o menos tenue y quienes no pueden conciliar el sueño si perciben la más mínima iluminación.

En este caso se encuentra un amigo mío que lleva la cuestión hasta tal extremo que, cuando viaja, va provisto de un rollo de cinta aislante (ya en alguna ocasión he hablado de mi maravillosa relación con la cinta aislante, pero nunca la he utilizado para esto) para tapar cualquier rendija que pudiera permitir el paso de la luz en la habitación del hotel. Lo primero que hace es bajar las persianas y correr las cortinas y utilizar la cinta para unirlas entre sí y a la pared; después enrolla una toalla para cubrir la parte inferior de la puerta y, asómbrense si quieren, pero no se conforma con esto, sino que tapa el piloto rojo del televisor y cualquier luz de emergencia que pudiera haber. Dice que también le molesta muchísimo el aspersor anti incendios que hay en el techo, pero no me atrevo a pensar -ni a escribir- lo que pueda llegar a hacer para apartarlo de su vista, porque lo más seguro es que constituya un delito.

*Académica. Escritora

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