Diario Córdoba

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Jose Manuel Ballesteros Pastor

La garrapata nacionalista

Me refiero a esta hipocresía de este nacionalismo en el que hemos enterrado la política, para que florezca la mentira del puro afán egoísta de cebarse. ¡Ojalá esta vez no caigamos en la trampa que nos tendieron cuando nuestra última Constitución, que prometió ser, ¡por fin!, la de la reconciliación y la paz entre nosotros! Me refiero al laberinto de las autonomías en el que nos metimos por pasar por buenos y demócratas, frente a la violencia nacionalista, con aquello de que ellos eran comunidades históricas y nosotros, unos pobres que vivíamos de prestado; y así, la mayoría nos doblegamos a la minoría, en aras de esa paz. Al final, claro, acabamos en esta maraña de desigualdades entre regiones, en este afán de idiomas que incomunican, en este lío de himnos y banderas que nos despersonalizan y nos diluyen en difusas entidades. Porque de lo que se trataba era de manipularlo todo para no saber dónde estamos ni a qué pertenecemos. Ojalá no entremos de nuevo en su juego egoísta, esa patraña de que somos una nación de naciones; y, sobre todo, en ese retorcer conceptos para eso de reinterpretar la Constitución, releerla, revisarla, reconsiderarla, remodelarla, reescribirla, revalorarla, reinventarla, y tanto re sostenido mayor, que lo que encubre es un yo sostenido menor, el eterno yo de mi yo mí me conmigo para mí. Ojalá nosotros, el pueblo, no caigamos en esa manipulación. Porque el problema no está en que haya algunos que deseen su independencia, no; el problema está en que es la independencia de la garrapata. El problema está en que a estos les importa una defecación su expectativa de su patria independiente. De sobra deberíamos saber ya que a estos monigotes del nacionalismo sólo les interesa su lucro personal, que es el lustre de la garrapata cuando se atiborra de sangre, y reluce oronda mientras se pitorrea de amenazas judiciales. Por esta hipocresía nunca se arreglará su problema de que formen su patria. Ojalá no caigamos en sus argucias de serpiente, porque si no hubiese confiados que siguiesen a esas garrapatas, todos estos especialistas en chupar sangre y escupirla estarían en sus casas o en las cárceles. Pero ahí seguimos haciéndoles el juego, sin querer ver que nosotros somos los que ponemos la sangre y ellos, su mentira.

** Escritor

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