Las últimas elecciones y la forma que pudiera salir elegido el presidente Sánchez suscita temores acerca del futuro de la unidad nacional dadas las exigencias independentistas para apoyar su investidura. Uno estaba tranquilo porque la Constitución, para cambiarla, contiene una coraza infranqueable como es el consenso parlamentario. Sin embargo, ahora se habla de otra vía para cambiar la forma territorial a través del Tribunal Constitucional a fin de que este establezca en una sentencia una nueva interpretación del Artículo 2 de la Carta Magna en cuanto a diferenciar regiones y nacionalidades. El Tribunal Constitucional no es otra cosa que el mantenimiento en sus deliberaciones del espíritu constituyente; y este en su día dejó claro que el Artículo 2 solo puede tener una interpretación en pro de una España plural pero indisoluble y siempre solidaria. Si este tribunal elabora otra fórmula interpretativa de este apartado fundamental, estará actuando en fraude de ley, tomando para sí competencias parlamentarias para burlar el control a la reforma constitucional que posee el Parlamento (ya que de otra forma sería imposible porque el Parlamento nunca consensuaría atentar contra el principio de solidaridad) y de esa manera conceder a las comunidades nacionalistas un estatuto paradójicamente anticonstitucional. Y aparte y ya hablando de las gentes que pueblan esas regiones, si esto pasara se estaría discriminando como ciudadanos de pleno derecho a los votantes anti independentistas, que además son muchos como se ha demostrado en las últimas elecciones generales. Espero que no sea así y mis temores sean exagerados y espero incluso que el presidente Sánchez tenga un plan de concordia para terminar con este problema. Pero permítanme que dude del camino emprendido porque los independentistas no quieren una España diferente, sino que no quieren ninguna. A ver, yo creo en esta España preciosa y es una lástima tanto desprecio a un país con una historia cultural que ya quisieran muchos países que presumen de sociedad avanzada y patriótica. Lo que está fuera de duda es que con Sánchez el independentismo está flipando porque lo que estamos viendo es muy parecido a una transición pacífica hacia otra forma territorial. El Estado autonómico, que tuvo su razón de ser en el respeto a las particularidades de las nacionalidades históricas, está siendo utilizado para justamente lo contrario, o sea, para que las nacionalidades históricas no respeten a las demás. Y lo más triste es que estas concesiones no se otorgan por un supuesto espíritu más conciliador y democrático de la izquierda sino por un ansia de gobernar que sinceramente no comprendo. ¿Cuál es la prueba?: si el Psoe hubiera sacado mayoría absoluta, hubieran mandado las exigencias de los partidos independentistas a hacer gárgaras. Sin embargo, la crítica al Pesoe por parte de la derecha también hace aguas. Me explico: según los populares, ellos «son más españoles», por lo que nunca hubieran pactado con independentistas lo que se va a pactar. Pues bien, el PP sabía muy de sobra que Ayuso como candidata a la presidencia del gobierno hubiera arrasado y no hubiera hecho falta pactar con ninguna minoría que no creyera en la España plural. Pues el PP no solo desechó la oportunidad, sino que elaboró todo un plan para quitarse de en medio a la mejor candidata de su historia. Así que no llamen traidor a Sánchez porque a Sánchez se le ve venir. Para mí, lo más claro es que el PP, marginando a Ayuso, ha demostrado que vela mucho más por sus ambiciones internas que por sus temores de desmembración de la España que hoy conocemos.
*Abogado