Diario Córdoba

Diario Córdoba

Marisol Salcedo

ESCENARIO

Marisol Salcedo

La posada

Según el diccionario, una posada es un establecimiento económico de hospedaje que solía servir de aposento destinado a albergar viajeros, en ocasiones con sus carros, caballerías, etc. Hoy, que los carros y las caballerías han sido sustituidos por automóviles, furgonetas, camiones, trenes de mercancías y cualquier tipo de transporte terrestre --no hablamos aquí de los marítimos y los aéreos--, la palabra posada y su campo semántico --posadero, posadera, podador, posadora-- en lo que se refiere a dar alojamiento, al precio del hospedaje, a la casa propia donde se habita e incluso, dentro de los palacios y casas señoriales, los cuartos destinados a habitaciones para la servidumbre, han visto su uso muy reducido. Sí se usa, por ejemplo, en Navidad, en el portal de Belén. Algunos establecimientos hoteleros modernos lo evocan, al menos en su nombre y sólamente en su nombre. Estas evocaciones suelen clasificarse como hoteles con encanto.

La palabra posada, además de estos varios significados relacionados con el hospedaje o el precio que se paga por él, tiene uno especialmente afín con la gastronomía, viajera o no, porque el estuche compuesto de cuchara, tenedor y cuchillo, que se lleva en el bolsillo o la mochila cuando se va de camino o de perol --ahora que la temporada de peroles se aproxima-- también se llama posada. La posada como cubierto también parecía llamada a desaparecer, aunque nunca ha dejado de verse en peroles y monterías, usurpado su puesto por los cubiertos de plástico de usar y tirar, muy cómodos y asépticos, pero carentes de belleza y, sobre todo, poco recomendables por su negativo impacto medioambiental. De hecho, han sido sustituidos por los de bambú y otras fibras vegetales.

Precisamente por eso, por el deseable cuidado del medio ambiente, la posada podría recuperar su lugar, no sólo como equipo elemental de supervivencia para viajeros y excursionistas, sino para uso diario de los que se llevan la comida de casa para consumirla en la oficina o el centro de trabajo, que son muchos; no hay más que ver la variedad de bolsas térmicas, fiambreras y táperes que inunda los supermercados y grandes superficies. La posada, con su variedad de modelos, plegables o no, y la navaja suiza, de la que tendremos que hablar algún día por sus múltiples utilidades contenidas en un espacio mínimo, no deben prestarse. Lo mismo que las plumas estilográficas, son personales e intransferibles.

* Escritora. Académica

Compartir el artículo

stats