Diario Córdoba

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Jose Manuel CuencaToribio

HISTORIA EN EL TIEMPO

José Manuel Cuenca Toribio

¿Colapso de España? (y 2)

El autor se muestra confiado en que el AVE se mantenga a la cabeza de las comunicaciones

Una amable y perspicaz comentarista del precedente artículo del anciano cronista disentía de la modesta hipótesis de trabajo sustentada en sus apresuradas líneas. Sin enrolarse en las filas cada vez más nutridas de los catastrofistas acerca del inminente futuro de nuestra entrañada patria, la inteligente lectora señalaba a su autor la extraña elusión que su pluma había hecho respecto a un muy posible colapso del sistema ferroviario nacional. A corto plazo --le indicaba--, no será desde luego insólito que una porción hodierno esencial como todo el sistema del AVE quede en vía muerta. Los avisos se ofrecen recurrentes con historias por supuesto «para no dormir» de los destrozos provocados en innumerables vidas de españoles de toda laya, en particular, de las clases medias.

Aunque, ciertamente, avisado de ello por propia experiencia, su indesligable afección por casi todo el complejo mundo de la Renfe, y, de unos años acá --(milagroso, fantástico año de gracia de 1992!)--, por su versión más modernizadora y sobresalientemente eficaz del AVE , le condujo a no glosar la pésima gestión de los responsables de un área trascendental para la inclusión de España en la contemporaneidad más roborante. Confesado hoy su pecado, ratifica por enésima vez su total confianza en las gentes de la Renfe y del AVE, con una trayectoria general de entrega de servicio público intachable y ejemplar. Al menos a título individual, el cronista no incurrirá en el pecado de ingratitud hacia una legión de gentes que en todo tiempo y lugar de la ancha España antepusieron el bienestar del país al suyo propio.

De ahí, justamente, que siga confiado en que, pese a los múltiples obstáculos en contrario, un AVE que fue, con todo mérito, orgullo de España, recobrada su admirable capacidad de recuperación continúe a la cabeza o, cuando menos, en puesto muy avanzado de las comunicaciones ferroviarias del Viejo Continente, ahora, en verdad, de nuevo enfrentado a fase si no de colapso, sí de decadencia. En el muy concreto marco hispano, su buen funcionamiento se visibiliza cada hora como clave fundamental para la vertebración del país. El eterno problema catalán y el reciente pero no por ello menos acucioso de la auténtica unión con Portugal a través, en esencia, de una Extremadura y una Galicia a nivel de los tiempos y sus ineludibles exigencias de un potente desarrollo de sus medios de comunicación terrestre se verían con lo antedicho muy cerca de una fecunda y exitosa realidad.

 ** Catedrático

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