Yo también quiero dar mi opinión del asunto Rubiales: lo primero que me viene a la mente es cómo es posible que un tío con un papel social relevante tenga un comportamiento tan chabacano. Y lo segundo, que cuantas detestables complicidades de gente parecida debe haber por esos ámbitos para que una persona así llegue a un puesto tan importante. Porque vamos a ver, que no es lo mismo ser un hombre moderno y sin prejuicios que ejercer la anti elegancia camuflada de espíritu libre. Y que un alto cargo quiera dar un beso en los labios a una campeona en una celebración oficial, cogiéndole la cabeza para apuntalar más la boca, sin que además tengan una relación sentimental, es, como mínimo, un claro síntoma de malísima educación que lo hace desmerecedor del cargo que ostenta. (Y encima le hace delante de sus hijas) No es normal lo que hace este hombre. Pero tampoco es normal que hablemos tanto de esto y una semana antes otro hombre famoso degüella y descuartiza a un médico con el que sí tenía una relación carnal y no se muestre mínimamente en los medios máxima indignación por el crimen ni consuelo a la familia de la víctima, sino que, en una postura indignante para dicha familia, lo principal que se transmita es como lleva y que come el asesino en la cárcel tailandesa. Y tampoco es normal que el beso tan inapropiado de Rubiales se trate como un icono social de nuestra mala evolución en cuanto a la igualdad y respeto del sexo femenino y pidamos su dimisión, cuando las más altas esferas del Gobierno elaboraron hace nada una ley de protección a la Mujer que contenía un craso y estúpido error de primero de carrera que puso en la calle a violadores de chiquillas que jamás se recuperarán de las agresiones sufridas y sin embargo aquí no solo no dimitió nadie sino que los que ponen esta ley quieren pasar por víctimas y aparentar la crítica como una persecución política ( o sea, exactamente lo que hace Rubiales). Pero que tampoco es normal que Jeni cambie de opinión tan tajantemente pretendiendo ser una heroína de la lucha por la igualdad cuando en el video se aprecia que Rubiales aprovecha el momento de euforia para pedirle un beso y la campeona dice algo que habrá que dilucidar. Pero lo que está claro es que en unas primeras declaraciones espontáneas al respecto no se mostró afectada para luego, cuando se lía la que se lía, muestre indignación por el beso. Pudiera ser cierto que la postura de asentimiento o de no oposición al beso estuviera influenciada por el momento eufórico. Pero la cuestión es si se abre la vía penal, dilucidar si una aceptación influenciada por el instante de gloria es equiparable a un vicio del consentimiento motivado por un miedo escénico de la mujer ante una posición de inferioridad. YO creo que no. Esto es otra cosa. Porque ¿cuantos errores cometemos todos, hombres y mujeres, cuando estamos eufóricos? (me refiero a error de ella por consentirlo porque la conducta de él no es un error, es de lo más rastrero que se ha visto en el mundo deportivo). Pero es que no es normal la crítica del Gobierno cuando precisamente partiendo de su chapucera ley del sí es sí, el hecho puede terminar en un fallo absolutorio si se confirma ese «vale» de ella como persona adulta. Y lo más anormal y quizá más curioso: creo que esta reivindicación feminista está sustentada por la retrógrada cultura machista. Vamos a ver, un beso en la mejilla, a escasos centímetros de los labios y sin consentimiento, debería sublevarnos exactamente lo mismo porque los labios son piel como lo son los mofletes. Pero la máxima simbolización femenina que la cultura machista considera a los labios de una mujer, es los que nos hacen creer que un beso en los labios es una agresión sexual y un beso en la mejilla, pues no. Todo esto me hace pensar algo muy triste: al feminismo le queda mucho camino. Con el tema del beso este, simbólicamente me parece bien la importancia dada. Pero ahí fuera hay más mujeres que precisan una máxima atención que no tienen. El feminismo no puede, no podemos, perder tanto tiempo en una causa tan vulgar.
** Abogado