Pronunciadlo Nuyuum, y alargando la segunda u. Es el nombre de esta mujer somalí, en plena juventud de sus 27 años. Significa estrella. Se ha venido con nosotros en busca de vida y libertad. Su piel es... ¿cómo os la describiría?, su piel es del color de la arcilla cuando se alza en el torno, formando una figura, con el brillo que le da el agua; su piel es como mosto de uvas tintas, ahora en los lagares, cuando corre desde las prensas a las tinajas; su piel es del color que dejan las estrellas en el cielo al diluirse en la madrugada para pintar el amanecer. Nujuum tiene el pelo crespo, negro como la espuma del mar cuando de noche cada ola se duerme en la playa. Pero donde Nujuum nos enseña su alma es en la mirada, porque Nujuum convierte en sueños y ternura todo lo que sus ojos miran. Y si sonríe, transmite una felicidad que parece inexplicable, pues, detrás de esa sonrisa, imagino las distancias y los adioses que habrá sentido hasta llegar a Córdoba. Nujuum ha sido enfermera; ahora es pintora. Los temas de sus cuadros son de colores muy humanos, porque Nujuum valora cualquier cosa como el más preciado tesoro: un lápiz, una hoja de papel, un racimo de uvas. Para mí esta mujer es el espíritu de África y toda la riqueza humana que se guarda en él. Cuando lee y reconoce una palabra, me la traduce a su somalí añorado, y veo pasar por sus profundos ojos las nostalgias de su infancia, sus padres, sus hermanos, su mundo que dejó. Entonces es cuando palpo que un idioma es el mismo ser de la persona. Mientras Nujuum sigue leyendo, con esa pasión que pone para aprender nuestro español, mi corazón vuela al mundo en el que mi alma sueña, ese mundo donde todos los humanos nazcamos y vivamos con la piel de todos los colores, con el idioma de todos los idiomas; donde cada persona le rece a su Dios, que es el mismo Padre para todos; un mundo donde la patria de cada cual sea la patria hacia afuera, que enriquezca todas las patrias en una sola comunidad en la que todos seamos igualmente humanos, iguales en el amar y el compartir. Luego, regreso de mi sueño, pues sé que se terminará mi vida y no lo voy a ver, pero siempre mantengo mi esperanza de que un día florecerá, porque todo lo que no surja de lo humano, acaba siempre por morir. Sólo la vida da fruto permanente.
* Escritor