Si no te toca la lotería por un número, no entras en la lista de interinos por tres puestos o pierdes el autobús por cuatro segundos, así se debe sentir Feijóo en su búsqueda de la investidura. Y le está echando ganas, corriendo detrás del conductor para que pare el autobús y le deje subir, llamando al departamento de personal cada mañana para comprobar si ha habido renuncias o bajas, pero le sigue sin concordar el esfuerzo con la posibilidad.
Una cosa es que UPN y Coalición Canaria hagan como que los 33 diputados de Vox son invisibles, pero el PNV, cuando Vox plantea derogar el concierto vasco y el cupo navarro, y los sistemas fiscales forales, a no ser que entrara en prácticas masoquistas, no tiene ningún aliciente para llegar a ese acuerdo. Peor es la situación con Junts, cuando llevas como mochila al grupo político que pide su ilegalización, aún si hicieran unos y otros un reseteo de los últimos seis años, aún si Puigdemont quedara perdido para siempre en territorio Waterloo, es imposible llegar a un punto de encuentro entre la ilegitimación y el pacto.
Pero todos estos caminos que parecen cortados son en el fondo una buena noticia para la convivencia, habían bajado las barreras frente a la ultraderecha sin calcular lo suficiente cuánto aislamiento les iba a conllevar, y ahora empieza el duro trabajo del desbroce. La desdemonizacion de los partidos nacionalistas e incluso de algunos independentistas, buscando soluciones políticas donde antes solo había actuación judicial y retórica incendiaria, abre una nueva etapa. Probablemente quedará en nada si al final con quien pactan es con el PSOE y Sumar, y los reproches de España se rompe volverán a repetirse, pero con menos credibilidad como en el final del cuento del lobo que nunca acaba de llegar.
Este mes de puertas cerradas para el PP, a no ser que se abra una ventana de deslealtad en algún diputado del PSOE, nos llevará a una investidura fallida que querría ser la antesala de una nueva convocatoria electoral. Pero es que el trabajo en el otro lado no para, y los grupos parlamentarios propios de Junts y ERC se deben a la cesión de socialistas y Sumar, hay una relación más que fluida entre el PNV y Junts, y Podemos, que sigue existiendo dentro de Sumar, mantiene excelentes relaciones con ERC. Porque las relaciones políticas son de interés, pero necesitan de una red tejida en el tiempo y más fuerte cuantos más actores hay en ella, así que el aislamiento nunca es buena opción porque no sabes cuándo los vas a necesitar. Se empiezan a rebajar los dogmatismos en muchas formaciones políticas y ese es un buen camino.
* Politóloga