Diario Córdoba

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Miguel Donate Salcedo

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Miguel Donate Salcedo

Ivanchuk

Ivanchuk es lo más parecido a lo que la gente imagina que es un genio del ajedrez, porque es un genio del ajedrez. Ivanchuk jugaba las partidas que había que estudiarse de muy joven, primero copiándolas del teletexto y luego en el material que te pasaba tu entrenador (en mi caso el fundamental Pedro M. Navarro, leyenda del ajedrez de Córdoba), para aprender a jugar cualquier cosa porque Ivanchuk podía jugar cualquier cosa. Unas veces estudiabas a Ivanchuk ganando, y otras a Ivanchuk perdiendo, porque también necesitaban a un artista de su calibre los oponentes para jugar su mejor ajedrez. Cuantísimas veces no habré jugado TxCc3 contra el enroque largo del blanco en una siciliana dragón, como Kasparov contra Ivanchuk, sin temblarme el pulso, con confianza religiosa. Sólo llegamos a cierta altura con ayuda de nuestros maestros o nuestros enemigos.

Ivanchuk no tiene la pinta de ingeniero jefe o fundador de tecnológica de muchos de los ajedrecistas profesionales de su generación. Tampoco se ha jubilado o ha disminuido su pasión por el ajedrez. Es un señor de 54 años que sigue partiéndose la cara con y por todo el mundo, con decenas de partidas de torneo al año. Se puede deducir la historia europea por el número de partidas que Ivanchuk juega al año. O sea, para que deje de jugar han hecho falta la enfermedad y la guerra: la mitad del apocalipsis. Tampoco le ha pesado el ajedrez en su declive: compite y fomenta el ajedrez joven y, en fin, se dedica únicamente a aquello para lo que ha nacido, que es algo hermoso de ver.

La FIDE ha invitado a Ivanchuk a participar en la Copa del Mundo (no el campeonato del mundo, que es otra cosa más dificultosa, la copa es parecida a un mundial de fútbol), por ser él. La competencia son jugadores muy fuertes y muy jóvenes, a menudo con más ELO (ranking) que él. El ajedrez de alta competición suele emparejar en torneos de pocos jugadores a los que superan cierto escalafón, así que es divertido el sistema de copa, porque se enfrentan entre sí quienes normalmente no lo harían. Está bien estar por encima de Ivanchuk en la clasificación mundial hasta que lo tienes frente a ti con blancas, y entonces sus 2672 parecen 2800 o 4000. Ucrania no daba permiso a Ivanchuk para abandonar el país, y entonces seis de los mejores jugadores del planeta escribieron al ministerio con el argumento simple de que Ivanchuk es una leyenda, ha llevado a la gloria a Ucrania mil veces y que jugar contra él es un motivo de orgullo.

Firmaba Carlsen, número uno del mundo y campeón mundial hasta que ha renunciado, por aburrimiento, a defender el título este año. Ha pasado lo que todos queríamos: un Ivanchuk majestuoso se ha plantado en dieciseisavos contra Carlsen (noruego, modelo, con pinta de estrella del rock o patinador profesional más que de ajedrecista). Y ha jugado jugadas de Ivanchuk, encima. Y como siempre, por tener delante a Ivanchuk, los mejores juegan como los mejores.

Carlsen ha firmado dos partidas impecables, y lo ha eliminado.

* Abogado

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