En la caleidoscópica política española de la primavera-estío de 2023 el tema del mayor fenómeno del siglo XX, esto es, el desarrollo espectacular y no menor sorprendente hundimiento del credo comunista, ha reverdecido de manera inesperada a la vez que muy potente. De la mano o, más exactamente, de la voz emotiva y aguda mente de Dª Yolanda Díaz ha reaparecido con efectos y secuelas que semejaban definitivamente extinguidos en un mundo inserto en plena globalización con problemas y objetivos diferentes de los ardidamente defendidos por los seguidores de Marx.
En dicha tesitura, la lectura por parte del articulista de las Memorias de un descollante sociólogo catalán arraigado en México desde su lejana niñez, Jorge Bertran, lo ha aguijoneado para glosar mínima y epidérmicamente sus sabrosos e internacionalistas recuerdos. Cosmopolita e hijo de unos padres catalanistas amantes del comunismo, quedó sorprendido cuando, muerto ya su progenitor, su madre le previno en Barcelona, en los inicios de los años 90 del novecientos, de hacer una crítica sañuda de la historia de la doctrina por entonces desaparecida en la misma Rusia soviética. En la opinión de aquella, su saldo estaba lejos de ser por entero negativo, al presentar muchas facetas favorables ante el tribunal de la Historia.
La postura expresada por Bertran en su fruitivo libro --(de todo punto indispensable para el conocimiento de la nación hispanomericana con mayor densidad demográfica)-- se aleja muy mucho de la de su madre. Conocedor por vía directa y sin ningún juicio previamente opuesto de los países tras el «telón de Acero» y, de manera particular, de la Alemania del Este y la propia Rusia, su juicio global es por entero contrario. De modo muy especial, todo el legado de esencia y sabor estalinistas le provoca verdaderas vascas, sobre todo, transcurrida una discreta estancia en la Alemania Oriental, así como por experiencias reluctantes en Moscú y San Petersburgo. Fervorosamente inclinado por la causa de la libertad y unido a su madre de forma muy singular, dicha divergencia de posiciones le provocó un intenso desagrado íntimo que no llegó, empero, a modificar, convicciones arraigadas con la mayor honestidad y respeto a sí mismo. Actitud de intelectual señero, no es este, desde luego, el menor motivo para la lectura de un libro con resonancia en la España del más candente presente.
* Catedrático