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Jose Manuel CuencaToribio

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José Manuel Cuenca Toribio

Putin y ‘su’ Rusia (y 2)

La prevalencia de su figura acentúa la ignorancia de Occidente ante su pensamiento y acción

La foto con la que abrían el último sábado de julio pasado su portada los principales periódicos nacionales y la de aquellos extranjeros --muy pocos-- accesibles al articulista recogía deslumbradoramente la escalada hacia un nuevo orden mundial que agita con fuerza los resortes decisivos de la política internacional. En ella uno de sus líderes indiscutibles, el presidente Putin, saludaba en una de las ciudades más hermosas del planeta, la imperial San Petersburgo, a los mandatarios de las naciones africanas reunidos en ella para refrendar el todopoderoso ascendiente ejercido en el continente negro por el estado más extenso del globo.

Perdidas, en efecto, todas las esperanzas en que el subcontinente suramericano fuese por excelencia el solar del futuro inmediato a causa de las continuas pifias de sus elites, es en el africano en el que hodierno se depositan por irrefutables razones los sueños de un porvenir mejor para la Humanidad. Su incontenible impulso demográfico --1.500 millones de habitantes en 2080-- y la riqueza de sus inagotables recursos materiales anclan tales vaticinios en un firme suelo racional. La prevalencia de la figura de Putin en ese marco --compartida en algunos países africanos con la del presidente chino-- acentúa la asombrosa ignorancia de Occidente ante el pensamiento y la acción del gobernante ruso, objeto principal --importa no olvidarlo-- de las presentes y apresuradas líneas. Ciertamente uno de los motores esenciales de su actividad, la revitalización del sentimiento religioso en el país no ha mucho tiempo atrás campeón del ateísmo militante, no tendrá escenario favorable en un continente en el que en su mayor parte se desconoce la experiencia del cesaropapismo y en el que los credos animalistas aún gozan de algún predicamento.

Pero, pese a lo cual dicha nota apenas empalidecerá su prestigio interior frente al hecho consumado y cada hora más roborante de su liderazgo a nivel internacional. Tras el inmenso deshielo del fin del comunismo soviético y el resurgimiento democrático que le siguiera, es cada vez más evidente que el mundo se adentra en un horizonte de renovadas tensiones entre cancillerías y pueblos. En ese estadio a cuyos delineamientos iniciales asistimos cada vez más adentrado el siglo XXI, Putin y ‘su’ Rusia ocupa, y así lo hará crecientemente, un lugar de privilegio. Circunstancia muy digna de meditación a cualquier nivel, conforme el discurrir próximo revalidará.

* Catedrático

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