Opinión | hoy

Una voz en el desierto

Me adviertes que tenga cuidado con lo que digo y lo que escribo. Yo te miro con mis cansados ojos de perro viejo desencantado y te contesto: «No te preocupes. Con estos nuevos cuarenta años de dictadura tan democrática hemos conseguido convertirnos en una masa egoísta, violenta y cerril, que solo mira a su ombligo. ¿Qué puedo temer de una sociedad en la que no se lee, en la que toda la cultura se limita a mirar pantallas y deglutir lo que cada una de esas pantallas nos presenta? Hemos conseguido convertir las escuelas en oficinas burocráticas, donde lo que menos se hace es enseñar a leer y a escribir. Hemos conseguido unas nuevas generaciones que nos miran sin querer saber nada de lo que les cree alguna molestia. Hemos conseguido el puro egoísmo de votar cada uno según su interés, y nunca según el interés común. Hemos conseguido no participar con nuestra responsabilidad personal y dejar a los funcionarios de la política que nos arreglen los problemas. Hemos conseguido que nos hagan lo que quieran, que nos dejen sin dignidad, con tal de que no nos incomoden en nuestra molicie de no pensar, porque pensar es un trabajo molesto que lleva a tener que tomar conciencia, y es más tranquilo vivir sin conciencia. ¿Qué puedo temer ahora, querido amigo, por más que escriba, proteste, acuse, señale, me rebele? ¿Qué puedo temer? Esta dictadura tan democrática ha aprendido mucho. Ahora no se persigue a los disidentes; simplemente se crea una sociedad masificada en apariencias de cultura y escuela, que sea fácilmente dirigida por los cuatro que son los que de verdad mueven los hilos; una masa acomodaticia, que se cree todo lo que ve en esa realidad virtual, porque es muy fácil comprometerse desde un sillón; que se cree las etiquetas que se coloca y las pegatinas que les colocan otros, y así podemos sentirnos, sin ningún compromiso, republicanos, izquierdistas, demócratas, ecologistas, feministas, pacifistas, ácratas, ciudadanos del mundo... Entonces, ¿qué puedo temer, amigo mío? ¿Que me encarcelen? ¿Que me exilien? No, eso está ya muy anticuado, muy mal visto; nunca alterar a la masa con alguna noticia extravagante, que chirríe. Ahora, simplemente, la gente ignora, no lee y, por tanto, no oye. Ahora sólo se puede ser una voz que grita en el desierto.

** Escritor

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