Opinión | mirar y ver

Asunto de todos

Vísperas de vacaciones. Al cruzar la zona ajardinada de un bloque, me encontré con Jacobo sentado en un poyete, con la barbilla apoyada en una prosaica marrilla, con la mirada turbia, labios pegajosos, manos temblorosas, voz lejana. Me senté junto a él: ¿qué hace aquí, abuelo? Me miró en largo silencio y, después, en un suspiro que me llegó al alma, exclamó: «Mal tiempo éste para los recuerdos. ¿Qué hago yo aquí? ¡Mejor sería que Dios me recogiese!». Y sí, lo recogió un mal día que ya no lo encontré, pero hoy, de nuevo en tiempo de vacaciones, mi reflexión y recuerdo, una clamorosa reivindicación, asunto de todos, el mirar y ver a nuestros mayores, esparcidos, ¡tantas veces! por plazas y jardines, rumiando en soledad sus mejores recuerdos, incinerados por el progreso, por las muchas ocupaciones de todos, por la poca utilidad que le damos. No obstante, el mundo está ante el umbral de una nueva y potente tendencia: el fenómeno de los nuevos mayores. Cada vez son más y, gracias a los avances de la medicina, con mejor calidad de vida. Los nuevos mayores se sienten ciudadanos, autónomos, activos, y no consideran su aterrizaje en la tercera edad como la estación de espera del final de sus vidas. Así debería ser para todos, pero se precisa mayor conciencia, cultura y aceptación para que sea realidad en número aceptable esta generación de mayores con chándal y raquetas de tenis. La vejez comienza cuando el recuerdo es más fuerte que la esperanza. Hoy día todos nos hacemos viejos a muy temprana edad, porque hemos perdido la memoria y, lo que es mucho peor, la esperanza. Una mirada de atención y cariño siempre, pero en especial en estos días, a nuestros mayores, porque en ellos encontraremos más respuestas que interrogantes. Y este pequeño arcaduz, que es mi vida, hoy se llena con el recuerdo de aquel pobre viejo.

*Maestra y escritora

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