Opinión | LA CURIOSA IMPERTINENTE

Tener palabra

El poco edificante personaje de Quim Torra definió a Sánchez como un prestidigitador, un político con muchas curvas que cambia de ideales con tal de ser presidente. El nacionalista verbalizó entonces que el socialista era capaz de aliarse con cualquiera o cambiar las políticas que fuera con tal de continuar en el poder. Evidentemente su análisis, que, pese a tantos desaciertos, ahí resultó acertado, encerraba lo que a él le parecía y también a la opinión pública, una descalificación y enfrente se presentaba a sí mismo como un hombre de ideales. Ya había dado suficientes pistas sobre su jefe Carmen Calvo, una de sus kleenex más entrañables, cuando afirmó que una cosa era la palabra de Sánchez antes de ser presidente y otra después, desvelando la doctrina que luego regiría prácticamente todas las políticas del actual aspirante a revalidar su cargo y que no parece ser otra que la de que la presidencia lleva aparejada consigo una bula para mentir. Por el bien público, si me apuran, pero mentir.

Algunos años después, Sánchez es bien conocido por aferrarse al poder a fuerza de aliarse con quien había jurado que no lo haría, sus promesas incumplidas en sedición y corrupción, sus cambios oscuros de criterio internacional, como es el caso sensible y misterioso de Marruecos y, en resumen, por hacer constantemente y en poco tiempo lo contrario de lo que había dicho que haría.

El último ejemplo es, por supuesto, el adelanto de las elecciones generales, cuando se había hartado de decir que iba a terminar la legislatura. Lo que ha cambiado, sin embargo, es la percepción pública de su falta de respeto por la palabra dada, que para muchos es el bagaje más importante de un político. Mas para otros no. Pues una auténtica masa de admiradores se ha lanzado a ensalzar su movimiento audaz y su maquiavelismo, como si no tener palabra fuera un mérito, amigo lector, que eso es lo que se pondera ahora.

Algunos, sin embargo, seguimos en aquello tan antiguo y tan socialista, por otro lado, de que España se merece un gobierno que no le mienta. Pues eso.

* Profesora

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