Opinión | CON PERMISO DE MI PADRE

La España que elijo

«Es cierto que no es lo mismo vivir en un lugar que residir en él»

Creo que no somos conscientes de la suerte que tenemos de vivir en España. Por más que haya quienes prefieran criticar todo y lloriquear, ya que con eso se ganan el sustento de manera muy cómoda. Me gusta viajar por nuestro país y descubrir que somos muy diferentes dentro de nuestras semejanzas, como hermanos con gustos distintos, pero un mismo origen y los mismos progenitores. Me encanta conocer las peculiaridades de lo que somos, y me produce mucha curiosidad entender de qué maneras tan diferentes se puede vivir una misma existencia.

Es cierto que no es lo mismo visitar un lugar que residir en él, porque en una estancia breve no solemos enfrentarnos a los inconvenientes diarios o quizás porque somos más indulgentes gracias a que estamos de relax.

He estado unos días en Madrid por motivos laborales y lo he disfrutado mucho; sus preciosas calles, su animación, las infinitas posibilidades de ocio y cultura, la vida bullendo... Este junio fresco favorece los planes al aire libre y las ganas de calle (ya de por sí abundantes en nuestra piel de toro). He visitado la Feria del libro y he comprobado con alegría que, a pesar de los oscuros vaticinios sobre el libro electrónico, nos sigue gustando cargar con los de papel. He podido conversar con autores, poner voz a algunos ellos e incluso cerciorarme de que, en algunos casos, me encanta la obra, pero no quien la crea.

Hay otras muchas ciudades y pueblos españoles que me resultan amables, que acogen y muestran lo mejor de sí mismos. Y siento una inmensa pena porque tras las elecciones he tomado la decisión de no viajar al País Vasco; me costaría infinito disfrutar de lugares en los que se premia y se justifica el asesinato, en los que hasta hace nada se perdía la vida por pensar diferente y en los que a día de hoy personas con delitos de sangre o quienes los encubrieron ostentan el poder y el respaldo como fuerza más votada.

Dirán que son unos resultados legítimos, quizás, pero absolutamente inmorales y no más legítimos que mi decisión de no compartir nada con quien elige eso mayoritariamente. Y también dirán que a ellos qué les importa que vaya yo por allí o no, y que yo me lo pierdo. Sí, pero lo gana mi conciencia.

*Periodista

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