Opinión | ENTRE ACORDES Y CADENAS

Los videojuegos: la solución a tus problemas

Un estudio reciente dice que los videojuegos «mejoran la comunicación o el pensamiento estratégico»

Luisito tiene doce años. Acaba de empezar la ESO y, de momento, para expresarlo con un poco de tacto, sus notas no son muy altas. Todas las tardes, al salir de clase, camina en dirección a su casa y, una vez allí, solitario, se introduce en una oscura habitación. Cambia su ropa por un cómodo pijama, enciende su ordenador y, en voz baja, casi susurrando, se dice a sí mismo «¡por fin!».

Es el momento que estaba esperando desde la noche anterior, cuando sus padres, preocupados por su creciente adicción a los juegos en línea, se vieron en la obligación de lanzarle un ultimátum. «O te acuestas ya o te quedas sin ordenador». No podía consentirlo, de modo que obedeció y esperó impaciente la llegada del día siguiente.

En clase no atendió mucho a los profesores. Nada de lo que decían le interesaba demasiado. Ni las matemáticas, ni la literatura, ni la biología. Nada excepto el inglés, porque, en cierto momento, la profesora utilizó algunas de las palabras que la noche anterior había leído en el chat del juego, escritas por un compañero de armas, al parecer, originario de los Estados Unidos.

Pero al fin está conectado de nuevo, con sus auriculares con micrófono incorporado, sentado en su silla ergonómica, mirando fijamente la pantalla, inmerso en el mundo del que, en verdad, forma parte. Allí se siente cómodo, rodeado (a distancia) de sus amigos telemáticos, con los que habla sin conocer su nombre real, sin haberles visto nunca en persona, sin saber si son adolescentes, como él, u hombres de mediana edad con alguna que otra intención espuria.

Pues bien, todo esto, que antes suponía un problema, ahora, al parecer, ya no lo es. Más bien al contrario, es algo maravilloso. Que tus hijos no salgan a la calle, no sepan cómo mantener una conversación con personas de carne y hueso, a las que se puede tocar y abrazar, o que desconozcan el mecanismo más simple de las relaciones humanas, es una ventaja para que, en el futuro, encuentren su primer empleo.

Es la conclusión a la que han llegado las macroempresas YouTube y Censuswide, que recientemente han dedicado sus esfuerzos a elaborar y publicar un estudio según el cual «jugar a videojuegos ayuda a mejorar la capacidad de resolución de problemas, la comunicación o el pensamiento estratégico», además de contribuir a desarrollar habilidades de «trabajo bajo presión y gestión del tiempo».

Como no podía ser de otra manera, las redes sociales se han hecho eco de esta noticia, y los adolescentes cuya vida transcurre frente a la pantalla, como Luisito, han compartido raudos esta buena nueva con sus padres. Algunos, los sensatos, no habrán cambiado de opinión, pues se trata, sin perdón, de una de las estupideces más grandes de este infecundo año 2023. Pero otros, quién sabe, habrán animado a su progenie a continuar jugando, más que nunca, para lograr un buen trabajo.

Resulta cuanto menos inverosímil que alguien pueda afirmar que los videojuegos ayudan a la comunicación, más que nada porque, por mucho que, durante una partida, se «hable» online sobre cuestiones relacionadas con dicho juego, esto no es comunicación. Prueba de ello es que los más jóvenes, acostumbrados a «comunicarse» a través de las redes sociales, tienen serios problemas para relacionarse cara a cara con los demás. Salvo, eso sí, que, por alguna razón encubierta, se pretenda sustituir el trato personal por el trato online y, de esta forma, coadyuvar al aislamiento de los seres humanos.

Y qué decir del pensamiento estratégico. Ni YouTube ni Censuswide han recomendado a los niños jugar al ajedrez, ejercicio estratégico por antonomasia. Tal vez porque, con el ajedrez, ni uno ni otro ganan un céntimo, mientras que, a través de los gamers, como se denomina ahora a los adolescentes que se graban jugando a videojuegos, ingresan cantidades ingentes de dinero, que van en proporción del número de gamers y de visualizaciones que tengan sus vídeos. Es decir, cuanto más se juegue, más dinero ganarán. Solución: hacer que jueguen, decirles que jugando encontrarán empleo, que serán más felices y ganarán más dinero.

Desconozco a qué trabajos se referirán. Puede que porque esté anticuado. El mundo va demasiado rápido y yo me resisto a seguir su ritmo vertiginoso. Aunque estoy casi seguro de que, en un despacho de abogados, en un hospital, en una oficina de Correos, en una universidad, en un taller mecánico, en una empresa de reformas, de fontanería o de carpintería, en una de organización de eventos, en un conservatorio de música, en una biblioteca o en una línea aérea, la mención que alguien haga en su curriculum de que, por las noches, juega a videojuegos, será igual de efectiva que decir que te gusta el helado de piña o tumbarte al sol en las mañanas de verano.

En resumen, lean libros, jueguen al ajedrez y salgan a la calle, al parque y a la plaza. Allí sí que aprende uno a comunicarse.

*Juez y escritor

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