Opinión | EL TRIÁNGULO

Humildad

Las elecciones sirven para recolocarnos a todos, a los que fallamos en los análisis preelectorales, porque el olfato para la política se está poniendo cada día más difícil de ejercitar y los movimientos son cada vez más subterráneos, a los perdedores por los resultados y debería colocar en su justa posición a los ganadores.

Del mismo modo que la irrupción de Podemos en aquellas elecciones europeas con cinco diputados se le escapó a todo el mundo porque después del 15M, el Partido Popular ganó las elecciones, ahora los resultados arrolladores de los conservadores nos han pillado con el pie cambiado. Y sí, la desaparición de Ciudadanos, la división de la izquierda ya hacía pronosticar esta tendencia, no que el impulso del cambio iba a ser tan homogéneo en todo el territorio independientemente de los candidatos, y tan arrollador.

Se puede explicar desde cualquier perspectiva, pero el hecho es que la derecha gana en Aragón, Extremadura o Murcia, es que sociológicamente el electorado gira a estas posiciones más liberales en la regulación económica, más conservadoras en los usos y modos sociales, más alineadas con la tradición. Y es el momento de renovación de equipos no solo de políticos, sino de técnicos, de personal de confianza que de la noche a la mañana su vida cambia. No puede haber mayor dosis de realidad que públicamente pasar por un escrutinio y no superarlo, no sé cuántos de nosotros estaríamos capacitados para soportar la pérdida bajo el objetivo. Este sentimiento de derrota de la noche electoral deberían recordarlo los que han ganado, porque a ellos también les pasará. Hemos visto ese trasiego de relevos en los años que llevamos de vida democrática reciente, cómo igual que te conceden el poder te lo arrebatan en una decisión soberana y en un solo acto que es el voto.

La vorágine de la gestión, el susurro constante de los corifeos, no olvidemos el beneplácito de aquellos que se relacionan con la dirección política de la Administración, ya sean poder económico o social te pueden hacer olvidar que el próximo en salir serás tú porque nadie se perpetúa en los cargos. Preparados para entrar e igual de concienciados de que llegará el día en que los ciudadanos dirán ya no más, queremos otra gente para dirigir lo público. Y esa asunción de lo transitorio del poder político hará más fácil la entrada, no sé si tanto la salida porque el ruido de alrededor aturde siempre a los ganadores. Y los responsables no son siempre ellos, nos gusta acercarnos al poder y cuando se pierde los teléfonos dejan de sonar, las agendas se vacían mientras que a los recién llegados los reclama todo el mundo.

*Politóloga

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