Opinión | FORO ROMANO

Antonio Gala y la Córdoba eterna

"Era el cielo y la tierra, mezcla del paraíso y la vida en todo su esplendor"

Antonio Gala con su perrito, en una imagen de 2018.

Antonio Gala con su perrito, en una imagen de 2018. / Sánchez Moreno

Era el otoño de 1997 y estábamos en Madrid, en el Hotel Wellington, donde la leyenda dice que “un torero no lo es hasta que torea en Las Ventas y se viste en el Wellington”, en la calle Velázquez, cerca de la Puerta de Alcalá. Era la presentación de los libros Ciudades Patrimonio de la Humanidad de España, de la editorial segoviana Artec Impresiones, que en esa época recogía las que entonces ya tenían ese título: Ávila, Cáceres, Cuenca, Salamanca, Santiago de Compostela, Segovia, Toledo y Córdoba. El acto contó con la presencia del alcalde de Córdoba, Rafael Merino, y de su jefe de comunicación, Jacinto Mañas, así como con la de otros autores de los libros que se presentaban, escritos por Miguel Ángel Aguilar, Amando de Miguel, Concha García Campoy, Fernando Onega, Manuel Toharia, Gregorio Marañón y Manuel Vicent; el de Córdoba lo representábamos quienes lo habíamos escrito: Antonio Gala y un servidor, que ese día me sentía como en el séptimo cielo. Tanto que a la hora de las copas, que  repartían cerveza, miré a Antonio Gala, me miró y me confirmó que para esa hora de la tarde pegaba otra cosa, no cerveza. Le dije que iba a intentar un milagro. Me acerqué al camarero, le dije que estaba con Antonio Gala y que me había dicho que si nos podían poner otra bebida. Y ya estuvimos hasta que nos fuimos del hotel de whisky y gin tonic. No me acuerdo del lugar, pero otro día, cuando yo caminaba con bastón por estar algo cojo, después de hacerle una entrevista empezamos a jugar con nuestras garrotas y a hacernos fotografías con ellas. Las conservo. Y es que Antonio Gala era el cielo y la tierra, mezcla del paraíso y la vida en todo su esplendor. Por eso querrán elevarlo a su genuino pedestal, las tablas del escenario, donde habita la imaginación y la creatividad, los protagonistas de las artes escénicas, los ateneos de Andalucía e instituciones de la cultura, entre ellas la Universidad de Córdoba. Gala es tan inmortal como la Córdoba eterna que describía en nuestro común libro, como la que estas tardes han proyectado Miguel Ángel y Fátima Entrenas en la iglesia de La Merced, Séneca y Lucano, el imperio de la virtud. Gala es toda Córdoba –los niños, como le pasó a él, nacen donde están sus padres en ese momento, o en Reina Sofía- y sus espacios, esos que describe Entrenas en la historia de sus hijos con proyección universal, como el Teatro Cómico Principal-Centro Filarmónico Eduardo Lucena, frente al convento Corpus Christi, del siglo XVII, que alberga la Fundación Gala y donde nombres propios de ensueño, como Jesús Quintero, Julio Anguita y el propio Gala nos han elevado hasta paraísos casi fuera de la realidad. Entrenas también ha retratado en su película sobre Séneca y su sobrino Lucano, además del coliseo y las villas romanas de Almedinilla, el Puente Romano de Córdoba, un espacio tan universal que hasta han venido de Ucrania para dejar sellado en los muros cercanos al Centro de Recepción de Visitantes, al lado del Arco del Triunfo, el desgarro de la guerra de Kiev. La Fundación Art-decor, que gestiona el proyecto cultural Córdoba, ciudad de las ideas y que impulsa Fernando Vacas, propuso a los artistas Mikhail Korobkov y Olya Korobkova una beca para una residencia artística y que ellos han intentado que se convierta en un lazo de unión entre Córdoba y Kiev que se ha manifestado en la exposición La paz en nuestras manos en el Círculo de la Amistad –otro espacio con matices universales-.y el gran mural al lado de la Mezquita, el monumento que inspira los sueños de Córdoba y señaló aquellos vitales vivas de Antonio Gala bajo sus arcos en el congreso de Cultura Andaluza el 2 de abril de 1978. Cuando ya era notable por su vida, que convirtió en un paseíllo de luces y pasodobles, Manuel Benítez El Cordobés. El villaduqueño (de Villanueva del Duque) Fernando González Viñas ha sido el Premio Solienses 2023 por su obra El Cordobés y el milagro pop, que estaba previsto que se lo entregasen este fin de semana en el Castillo de Belalcázar, un espacio que en Los Pedroches lo hemos contemplado siempre jugando con las alturas arrulladas por el tradicional sonido de Aliara, que suena desde 1978. Cuando el Antonio Gala de la Córdoba eterna ya había colgado las cítaras de los árboles y filosofado sobre Séneca y el beneficio de la duda.

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