Opinión | TORMENTA DE VERANO

Más allá del estrés electoral

Te preguntas, más que por las estrategias electorales, por lo que de verdad importa en la vida

Muchos artículos de estos días son dedicados a la metáfora del Rey Desnudo, al cuento del ‘Traje Nuevo del Emperador’, de Hans Christian Andersen, trasladado a los personajes de nuestros días. A las conjeturas diversas y cábalas variadas sobre los resultados electorales y el nuevo proceso que se avecina. Y desde luego que me parece oportuno. No les voy a cansar yo con más de lo mismo. En medio de este estrés electoral, simplemente me gustaría fijarme, como el título de aquélla película de Paco Arango de hace unos años, en ‘Lo que de Verdad Importa’.

En medio de épocas electorales concatenadas, es común que nos veamos inundados de noticias, debates y discusiones políticas sin fin que ocupan las tertulias, los medios de comunicación y la actualidad por donde quiera que te acerques. El estrés y la ansiedad pueden convertirse en compañeros constantes durante este periodo. Me pregunto cómo desenredarnos de la situación, sin escapar ni eludir la realidad ni huir de nuestra responsabilidad. Simplemente, cómo elevar la mirada, para que el espesor de las ramas no nos impida divisar el bosque. Cómo no dejarnos arrastrar por las filias y las fobias de tantos que nos malmeten y nos indisponen. Sobre todo, en esta nueva campaña que comienza, al menos para una parte, con trazo grueso de escarnios, manipulaciones y groserías.

Les reconozco que me estimula el discurso que se repite cientos de veces estas semanas en las miles de graduaciones de alumnos de bachiller y universidad que se prodigan por toda la geografía. Palabras que centramos en lo que de verdad importa: amar y ser amado, perseguir tus ideales y sueños, tener relaciones verdaderas y leales, ser auténticos, honestos y coherentes, empáticos, compasivos y positivos. Y nadie habla entonces de siglas ni de candidatos. Cuando pasas doce horas al día en un despacho, que es como un hospital de campaña, donde llegan heridos y moribundos con toda clase de males y padecimientos, te preguntas, más que por las estrategias o las ocurrencias electorales, por lo que de verdad importa en la vida, por el verdadero poder del amor, de la entrega, del coraje, de la esperanza, por la redención que todos necesitamos, por las segundas oportunidades que nos saquen de ese miedo que nos paraliza y con el que cohabitamos.

En esto días en que nos sentimos más huérfanos desde que nos abandonó para siempre Antonio Gala, al que espero -al menos- le dediquemos el nombre de nuestro mejor teatro, he acudido a visionar de nuevo sus entrevistas con Quintero en el programa ‘Trece Noches’, del año 91. Donde Gala confiesa que, a pesar de que vivimos los terrores del milenio, la vida es una oportunidad de gozo. «Señor Gala, ¿qué es lo más inteligente que se puede hacer en esta vida? -preguntó Jesús Quintero. -En principio yo le diría: irse a una playa -respondió Antonio Gala antes de añadir...: Pero en el fondo, de verdad, tengo que decirle que salir de esta especie de laberinto en que nos han metido, una vida que no es la nuestra y que no es la mandada. Que es una organización que necesita esclavos para seguir manteniendo la pura organización que necesita esclavos, y así hasta el final. Salirse de esa cadena terrible, desencadenarse. A riesgo de la soledad, a riesgo de la falta de comprensión, pero irse un poco al campo, en el mejor de los sentidos. Salir de esa extraña y monótona esclavitud de cada día. Darle a cada día su propio afán, pero también su propia sonrisa, su propio gozo, su propio color, su propio aroma. Eso es la inteligencia. Porque una inteligencia que no nos ayude a vivir, no la quiero. No me sirve para nada. No creo que le sirva para nada a nadie». Dicho queda, lo que de verdad importa.

** Abogado y mediador

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