De nuevo he sido asesinada. De nuevo. En este mes de mayo, si no fallan mis cuentas, siete veces. Y mis hijos, también. Ya nada queda de mí en vuestra vida. Fui atrapada en el ámbito de la muerte y su silencio. Allá, fuera de este ámbito, el griterío de elecciones y elecciones, campañas, mítines, pactos, chalaneos, convocatorias, y venga los saltitos del mono en la enramada, y venga a componer su muequecita que simula una sonrisa tras la que enseña los colmillos, y venga otra pirueta, y venga otro saltito a otra rama, y venga un pueblo de borregos que pone de pastores a sus lobos, y venga la verborrea inacabable, incansable, interminable de estos escritores que lo aprovechan todo con tal de adornar y camuflar y hasta tapar su vacuidad, su vanidad y su banalidad. Por eso nadie sabe el ámbito en que soy asesinada. Nadie. Dentro de este ámbito, nadie sabe el miedo tras el miedo, hasta llegar el momento en que me ejecuta mi asesino. Nadie sabe lo que es una cuchillada tras otra cuchillada. El miedo ha sido tanto y durante tanto tiempo que no pude pensar que me moría. Así, hasta que tomo conciencia de que me estoy muriendo sola, de que este líquido que siento por mi ropa, por mis manos, por mi pelo es mi sangre, definitivamente ida de mis venas, y ya no siento nada, sólo un desfallecimiento y un grito que se aleja por una galería donde susurra hueco: «Te acabas de morir. Vuelas ya sin vida. Ya no tienes nada». Y veo allá muy lejos a mis hijos, también muertos, cada vez más lejos. Los acojo en el nuevo corazón que me ha dado la muerte; los acojo en el recuerdo de cuando sentí que latían en mi seno; los acojo en los sueños que, en la tregua de los miedos, tuve para cuando me nacieran. Y les doy el pecho de la eternidad. Ya no gritaré más. Ya no importarán más los fallos del sistema para que yo no fuese asesinada. Ya se prepara otra muerte para mí. Ahora mismo estoy siendo de nuevo golpeada, amenazada. Quizás mañana mismo ése volverá a expulsarme de esta vida mientras oigo a mi alrededor el griterío de la palabrería. Y fallará de nuevo lo que decís que me protege, y yo no viviré segura, y escucharé de nuevo los pasos del que viene a asesinarme, los latidos de mi corazón, la soledad del terror, el silencio de la muerte. Y otra vez de nuevo más silencio.
** Escritor