Opinión | TRIBUNA ABIERTA

La mochila de Sara

En ella caben la pasión, el compromiso, el esfuerzo, la pérdida de miedo al fracaso...

En los últimos tiempos estamos siendo testigos de una serie de sucesos: una larga pandemia, agudización de la crisis climática, conflictos bélicos cercanos a las fronteras de Europa que se prolongan en el tiempo, inestabilidad económica y subida de precios, entre otros, con un profundo impacto en la forma de pensar y de sentir la vida en nuestra sociedad, no solo de los mayores, sino también de los más jóvenes. Parece que estamos ante un «cambio de época» más que en una «época de cambios» en la que el movimiento social de la renuncia silenciosa como herramienta frente al agotamiento se ha convertido en un fenómeno social que ha superado las fronteras de las redes sociales. Según reconoce el Foro Económico Mundial en su informe de riesgos globales del año 2021, la desilusión de los jóvenes ocupa el 8º lugar dentro de los 10 riesgos más inmediatos. Además, ha estimado que el deterioro de la salud mental tras la pandemia deja «el 80% de los jóvenes de todo el mundo vulnerables a la depresión, la ansiedad y la desilusión». Asistimos al nacimiento del fenómeno conocido como «economía de la pasión» en la que se prima la creación en torno a un propósito compartido con muchos a través de entornos digitales, que además supone un medio de subsistencia para el creativo. Este enorme cambio de paradigma parece provenir de una deformación de la frase «dedícate profesionalmente a aquello que te guste» que, a base de repetirla como un mantra, se ha convertido en «haz de tu placer un medio de vida», imprimiéndole un giro de 180 grados en un intento de sobreponerse a ese agotamiento global. Este mercado supone una forma de realización de los sueños del creativo totalmente alineados a los del consumidor, de forma que, aparentemente, solo se necesita conocer las pasiones o sueños propios y seguirlos, casi de forma inmediata...pero, ¿qué pasa si esta idea de negocio basada en la pasión no se materializa inmediatamente y da paso a la frustración? ¿Y si esta pasión deja de serlo cuando se monetiza? En la llamada «economía de la pasión» no todo es diversión y juego, sino que existe una lucha por salir adelante, al igual que en las actividades profesionales ligadas a la «economía de la productividad» que ha estado presente en nuestras vidas de forma prioritaria.

Hoy es más necesario que nunca recuperar algunos mensajes motivacionales, principalmente de personas que han adquirido notoriedad por sus logros profesionales. A lo largo de nuestra vida conocemos a personas que imprimen una huella en nosotros por muy diferentes motivos: desde experimentar con ellas el dolor más absoluto hasta alimentar la esperanza más dulce y viva. Hace unos días tuvimos la fortuna de coincidir con una clarísima representante del segundo tipo: la doctora Sara García Alonso, biotecnóloga de profesión, investigadora titular del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) y primera española en ser candidata a mujer astronauta. En su visita a la Facultad de Ciencias de la UCO, nos habló a todos del contenido de su mochila vital, de la mochila de Sara. En ella caben la pasión, el compromiso, el esfuerzo, la pérdida de miedo al fracaso, integrando este último como una etapa más del aprendizaje y no como el final del proceso, y la amabilidad, que hace nuestras relaciones y nuestra comunicación más llevaderas y gratificantes. La frustración se evita partiendo de la aceptación del esfuerzo diario y de los fracasos como componentes del aprendizaje de la vida, profesional y personal, compatibilizando ambas con una gestión del tiempo adecuada. La pérdida del miedo al fracaso es esencial para poder afrontar los sinsabores y reveses de la vida. El fracaso es un elemento más de nuestra existencia, existe aún en dosis muy pequeñas. Aquellas personas que son sinónimo de éxito han experimentado el fracaso alguna vez en sus vidas y han debido esforzarse para salir adelante. Creo que nuestra sociedad necesita transmitir ese mensaje, unido al del esfuerzo por salir adelante, frente a la vorágine de la inmediatez que gobierna el entorno digital que nos rodea y en el que estamos sumergidos. Todos aquellos que estamos en contacto con los jóvenes, nuestra esperanza de futuro.

Quiero quedarme con el mensaje de vivir la vida con pasión, con compromiso y esfuerzo, a sabiendas de que no todo lo que planificamos resulta como esperamos. Nuestra sociedad actual necesita referentes como Sara, para jóvenes y no tan jóvenes... para apostar por su propia mochila, una mochila como la de Sara.

* Decana de la Facultad de Ciencias

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