Opinión | A pie de tierra

Agua para la Córdoba histórica (III)

El ‘Aqua Vetus’ habría sufrido un importante colapso en los años 50-60 del siglo III d.C.

El segundo gran acueducto cordubense fue construido en época de Domiciano (81-96 d.C.), y habría sido conocido como ‘Aqua Nova Domitiana’. No obstante, el hecho de que aparezca citado en la epigrafía con el calificativo de ‘nuevo’ deja abierta la posibilidad de que pudiera haber existido un ‘Aqua Domitiana Augusta’ ‘vieja’ ‘(vetus)’, que algunos autores quieren identificar con el acueducto construido para abastecer específicamente el ‘suburbium’ occidental.

Su nombre nos ha llegado sobre el coronamiento de un ‘lacus’ o fuente pública, aun cuando de la inscripción fue borrada ya en su momento la alusión al emperador debido a la ‘damnatio memoriae’ que el último de los Flavios sufrió tras su muerte. Surtió de agua al sector oriental de la ciudad, presidido por el complejo colosal de templo, circo y via Augusta, y se conservan de él restos de cuatro ramales de captación de agua en la zona del arroyo Pedroche, con un recorrido de 13,2 km. Discurrió de forma superficial, por lo que carece de pozos de registro, y debió transportar unos 20.000 m3 al día. Desde el punto de vista arqueológico sólo ha podido ser documentada una de las captaciones: una presa de opus ‘incertum’ interpuesta en el Arroyo de la Palomera. La más occidental de ellas podría, quizás, relacionarse con la Fuente de la Palomera, donde se conservan restos de ‘caementicium’. Los canales de estos ramales y del acueducto central son casi idénticos: 90 cm de luz por 60 de anchura, revestidos interiormente de mortero de cal y cubiertos con losas de calcarenita, ‘tegulae’ o ladrillos, hoy robados.

Hace unos años, en terrenos de la Huerta de Santa Isabel Este fueron localizados 28 grandes pilares de ‘caementicium’ con alzado de sillares de calcarenita, cuya interpretación sigue siendo una incógnita. Cada pilar medía aproximadamente 2.40 x 1.60 x 0.44, y estaban separados por intervalos variables, comprendidos entre 1.78 y 2.50 m; salvo en tres puntos, donde debieron salvar sendos arroyos. Pudieron tal vez pertenecer a un segundo ramal del ‘Aqua vetus’ destinado a abastecer la mitad meridional de la ciudad y sus termas, algo que no podría haber sucedido antes de ser construida el ‘Aqua Nova Domitiana’, o quizás formar parte del proyecto edilicio de Cercadilla, que de ser cierta esta hipótesis habría contado con dos acueductos propios, posiblemente subsidiarios del ‘Aqua Vetus’, uno, y del acueducto documentado en la Estación de Autobuses, el otro. En la misma Huerta de Santa Isabel ha sido localizado un segundo acueducto --que en realidad parece un simple canal destinado a proteger las ‘fistulae plumbae’ por las que discurriría el agua a presión--, construido cuando el ‘Aqua Vetus’ dejó de estar en uso tras el terremoto del siglo III y que habría captado sus aguas en los veneros de Vallehermoso. Pudo estar al servicio de la villa localizada junto al Cortijo del Alcaide, muy cerca del vado de Casillas --es decir, se trataría de un ‘Aqua Privata’--, dotada de un conjunto termal necesitado de abastecimiento. Habría requerido un volumen de plomo verdaderamente ingente para sus 4 km de tuberías: más de 200 toneladas, equivalentes en precio según G. Pizarro a unos 10 millones de sestercios.

También el complejo áulico de Cercadilla sería dotado de un sistema de abastecimiento ‘ex novo’, imprescindible para atender a las necesidades de sus fuentes y estanques, a los múltiples servicios del conjunto y al funcionamiento de sus termas. El acueducto, del que han sido excavados 450 m, cuenta con un ‘specus’ de sólo 17 x 20 cm., rompía el acueducto de Valdepuentes al Este del supuesto bosque sagrado, lo que posiblemente confirma que se trató de una obra pública, y debió ser similar al de Huerta de Santa Isabel, destinado a contener ‘fistulae plumbae’ que llevaban el agua a presión. Parece que captó sus aguas ‘(caput aquae)’ en los veneros del Patriarca, quizá incluso en la gran cisterna de ‘caementicium’ localizada en la zona, que con casi 80 m de larga por unos 5 de ancha es la más grande y monumental documentada jamás en Córdoba.

El ‘Aqua Vetus’ habría sufrido un importante colapso en los años 50-60 del siglo III d.C., a causa, entre otras razones, de un posible terremoto ocurrido en época del emperador Galieno que habría destruido la ciudad, hundiendo las ‘arquationes’ y deformando el ‘specus’. El posible ‘Aqua Domitiana Augusta’, es decir el acueducto que abastecía el ‘suburbium’ occidental, debió perdurar en cambio hasta época islámica. Con él se identifica la alusión a una acequia en el entorno de la iglesia de San Acisclo cuando los musulmanes toman la ciudad en 711. Finalmente, sobre el ‘Aqua Nova Domitiana Augusta’ no existen datos fidedignos, y a día de hoy es imposible establecer hasta qué momento estuvo en uso; si bien no debió llegar más allá del final del Imperio por cuando los textos no aluden a él. Todo este proceso se vio acompañado de la desaparición de fuentes públicas y domésticas, el cegamiento progresivo de las cloacas, y la vuelta al punto de partida: el empleo de sistemas alternativos de abastecimiento (pozos y cisternas). Eran los momentos finales del Imperio, y en ellos parece detectarse un claro avance de lo privado sobre lo público, que pierde presencia y poder.

*Catedrático de Arqueología de la UCO

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