Llevan casi dos semanas yendo a por agua para poder beber. Como antes cuando se iba con los cántaros a la fuente, pero ahora con garrafas a alguno de los 16 camiones que Emproacsa ha enviado a los 24 municipios y 14 aldeas que siguen sin agua potable en sus grifos. En total, unas 80.000 personas de las comarcas del Guadiato y de Los Pedroches están afectadas desde que la Junta de Andalucía declaró no apta para el consumo humano el agua que llegaba a sus casas desde el embalse de La Colada, una vez que el de Sierra Boyera se secó.
La situación del norte de la provincia de Córdoba es una de las consecuencias más duras y también más evidentes de la sequía. De la sequía y del abandono al que someten a nuestros pueblos las administraciones. Porque todos los vecinos sabían lo que iba a pasar y, aún así, ha pasado. Porque llevan años esperando las inversiones en Puente Nuevo, pero también en los centros salud o en carreteras.
La situación de Los Pedroches y el Guadiato viene de lejos, pero la realidad es que su ejemplo puede ponernos en el espejo de lo que puede pasar en el resto de la provincia: que abramos el grifo y no es que no tengamos agua potable, sino que directamente no salga el agua. El mes de abril va a acabar con un récord de temperaturas máximas y sin una gota de lluvia. Los embalses siguen a la baja, ya se ha perdido gran parte de la cosecha del cereal y la vid o el olivar están en peligro si continúa sin caer una gota. La gente del campo sabía cuándo iba a llover por cómo soplaba el viento, la forma de las nubes o el vuelo de los pájaros. Su obsesión no era solo sus cosechas, sino el futuro. La sequía será la ruina para mucha gente del campo con costes de producción inasumibles y sin cosechas, pero también sufrirán las consecuencias muchas familias en este contexto de escalada de precios y la inflación desbocada. Y en mitad de esta situación todavía hay quien piensa que periodos de sequía ha habido siempre, que no es consecuencia del cambio climático ni del modo de vida que se ha impuesto. Querremos seguir teniendo tomates todo el año, llenar las piscinas de las parcelas y comprar cada semana ropa que no necesitamos. Pasará el verano, hablaremos de sequía, lloverá un poquito y de nuevo nos olvidaremos. Porque la sequía ya será crónica, como el calor en Córdoba.
** Periodista