Opinión | TRIBUNA ABIERTA

Hijo de charnego y azote a la derecha

Si existieran en política las cláusulas de rescisión, como las hay en el fútbol, yo me gastaba todo en fichar a Gabriel Rufián (claro que, posiblemente, él no se dejaría). Cuánto político inútil, cuánto chupatinta, cuánto apesebrado y cuánto puesto a dedo por la mano bobalicona (que diría ‘Butanito’) de la maquinaria del partido de turno. No es su caso.

Claro, conciso, descriptivo, rotundo, tajante o sarcástico... serían muchos de los adjetivos que se le pondría a este catalán, hijo de andaluces «charnegos». Hijo y nieto de trabajadores de La Bobadilla, pedanía del municipio de Alcaudete (Jaén) y de Turón (Granada), que se crió entre el barrio del Fondo de Santa Coloma de Gramanet y Badalona, en una familia de izquierdas. Vive actualmente en Sabadell y es un fan declarado del Real Club Deportivo Español (todo un reto y otra «excentricidad» para un independentista catalán). También se lleva la palma, de lo que parece no ser lógico o razonable, pero, para él, todos mis adjetivos serían epítetos con los que siempre saldría ganando al compararse con cualquier compañero/a de las Cortes generales.

Es curioso ver como el susodicho Rufián y Óscar Matute (ambos representantes de partidos nacionalistas, catalán y vasco) son, posiblemente, los dos diputados más brillantes de la Cámara baja de la Carrera de San Jerónimo.

Por cierto, para los menos informados Óscar Matute, durante años, militó en Ezker Batua (Izquierda Unida del País Vasco) y durante años también lo hizo a través de organizaciones pacifistas, donde abogó por el cese de la violencia de ETA. Como muchos otros. Pero la propaganda de partidos «constitucionalistas» y su prensa afín trasladaban y siguen trasladando que son casi (a veces sin casi) unos peligrosos etarras.

El día que la gente, en vez de tragarse tanto bulo, leyera más y aprendieran a pensar por sí mismo este país, además de ser más culto, sería más democrático y respetuoso. Algún día, quién sabe, estos diputados serán valorados por lo que aportan a la gobernación de España y no por las etiquetas que le ponen desde el espectro más retrógrado de la política, que no aporta nada... más que odio.

** Diplomado en Ciencias del Trabajo

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