Opinión | GUADALQUIVIR

manuelMuñozRojo ** Historiador y periodista

Trabajadores

El Primero de Mayo, Día Internacional de los Trabajadores, el mundo obrero conmemora una jornada de lucha. El 1 de mayo de 1886, trabajadores americanos, muchos de ellos emigrantes irlandeses, italianos, españoles y de otras nacionalidades reivindicaban ocho horas de trabajo diarias y otras mejoras. La represión fue brutal. En aquellas jornadas fueron condenados injustamente a muerte varios periodistas que se unieron a una causa justa. El periodismo se unió a la defensa de una verdad incuestionable, la opresión de los trabajadores, en los versos de la Internacional, «Arriba los pobres del mundo».

Los trabajadores, a día de hoy, siguen manteniendo viva muchas reivindicaciones laborales, sociales, morales, éticas y, por encima de muchas, el respeto y la dignidad debidas a las personas que con sus manos, su talento, su profesionalidad y su buen hacer trabajan por la comunidad. Admirables artesanos que mantenéis oficios tradicionales y aún consideran desproporcionado el precio de obras de artes; recogedores de frutas fuera de convenio y con miserables salarios explotados ante silencios cómplices; médicos, enfermeros, asistentes menospreciados en un sistema sanitario público decadente; camareros y camareras con contratos de varias horas para trabajar todo un día; cuidadoras y servicio a domicilio sin contrato alguno, sin seguridad social; profesionales de la administración vejados y humillados por déspotas arrogantes; universitarios muy cualificados, pasando por becarios o ninguneados; amas de casa, trabajadoras infatigables del hogar sin ayuda alguna; pequeños empresarios autónomos que compagináis trabajo, familia, casa y algo de vida.

La fotografía social será mucho más amplia, con lo cual, pensar que todo está hecho sería una falacia. No reconocer que se han logrado muchas conquistas laborales sería de necio, pero estamos obligados a no desviar nuestro compromiso con el ser humano, con los trabajadores. Y, muy especialmente, con los jóvenes. Nuestra juventud requiere toda nuestra atención para su pleno desarrollo emocional, formativo e incorporación a la sociedad de su tiempo en la forma que ellos quieran. La utopía atrapó a hombres y mujeres que cantaron «El hombre del hombre es hermano, derechos iguales tendrán, la tierra será el paraíso patria de la humanidad».

** Historiador y periodista

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