Opinión | palabras de andrómina

Elogio del quiosco de prensa

Los quioscos forman parte de ese paisaje urbano al que miramos con cariño

Quizás este elogio al quiosco de prensa no sea sino un ejercicio de nostalgia, una mirada a la memoria y al paso del tiempo. En ellos pensaba cuando en estos días de revueltas francesas --los franceses son muy dados a las revoluciones--, lo primero que hacen los revoltosos es quemar los quioscos. Supongo que por accesibilidad urbana --también el cojo Manteca lo hacía allá por los años ochenta-- y como si representaran una institución estatal, pero detrás de cada quiosco lo que hay es una persona concreta con sus ilusiones, esperanzas y también problemas.

Entre ellos no sería menor que cada día la digitalización de la prensa hace disminuir sus ventas. En realidad, es un signo más de estos tiempos de virtualidad, de ficción generalizada de la realidad, en la que por eso muchos se han reconvertido y venden lotería, libros, amén de las inagotables y algunas estrambóticas colecciones de principio de temporada. Lo digital, eso inaprensivo y ficticio, como la inteligencia artificial, ha convertido el periódico-papel en una forma casi de melancolía. Recuerdo el título de un libro del escritor montillano Pepe Cobos, que se llamaba Recortes de prensa. Ahora sería extemporáneo, casi imposible titular así un libro.

Durante la pandemia compartía la esencialidad de los servicios con Mariano César, en su caso como quiosquero, y con quien también me une cierta paisanía. Era un resquicio de consuelo y de cotidianidad, cuando esta había sido lapidada, pensar que todos los días él estaba allí para suministrarme el periódico diario, yo que aún mantengo esa cada vez más extraña costumbre de comprar el periódico en papel reciclado. Incluso en casi todas la ciudades, es casi imposible comprar un periódico fuera del centro urbano, en un barrio se convierte en una empresa casi imposible. Recuerdo a un pariente con el que me cruzaba muchos días al ir al trabajo, que se mofaba de mi compra diaria del periódico cuando lo podía leer por internet cuando aún no costaba dinero.

Los quioscos forman parte de ese paisaje urbano al que miramos con cariño, casi con la emoción de lo inesperado, de lo que nos puedan descubrir en sus periódicos, pero también revistas y otras publicaciones que no se encuentran en otros lugares. Son una ventana física al mundo y un punto de encuentro ciudadano. Y con la cercanía y frecuentación de ese entrañable y pequeño establecimiento, el quiosquero acaba por convertirse en una referencia diaria, un amigo más con el que a veces se comentan actualidades o se habla del tiempo. Algunos, como el que tenía Matías Camacho en Las Tendillas, eran casi un ateneo político. Y cuando hace frío o calor intenso siempre pienso en ellos y cómo los pueden combatir en su minúscula estancia.

Los quioscos de prensa representan de algún modo esa libertad de prensa imprescindible en toda democracia. Es posible que estos quioscos de prensa acaben desapareciendo, por eso mientras llega o no ese tiempo indeseable, cuidémoslos.

*Médico y poeta

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