Opinión | TRIBUNA ABIERTA

Metaversos al champán

‘Todo a la vez y en todas partes’ será una película que pocos verán dos veces

Por cierta deformación profesional suelo ver la gala de los Oscar. Tenía curiosidad este año por saber qué pasaba con la película de los Daniels (Kwan y Scheirnet) ‘Todo a la vez y en todas partes’, una propuesta particularmente singular, dentro del núcleo de films aspirantes a repartirse las estatuillas doradas. Y lo mejor que se puede decir de ella es que ha venido como anillo al dedo a los propósitos de la Academia de Hollywood: abrirse a la diversidad, conectar con la generación Z y sus temáticas, incorporar géneros un tanto malditos, reforzar su presencia en las redes sociales, incorporar a la nómina actores asiáticos, echar un piropo a las madres, reivindicar que la madurez no es óbice para ser premiado y hasta incorporar una pacífica burrita al escenario de los galardones o estrenar alfombra nueva de grácil color champán.

Sobre la película, como en los toros, división de opiniones. En España ha pasado prácticamente sin pena ni gloria. Incluso antes de la ceremonia había que acudir al buscador para encontrarla en la oferta de Movistar Plus. La plataforma la recuperó, tras la gala, en su pantalla de entrada, de donde ya ha desaparecido de nuevo. La controversia no es de extrañar, porque manejarse por el metaverso tiene su aquel. Y, por mucha locura y ritmo que se incorpore, hacer todo al mismo tiempo y en todas partes puede derivar -y deriva- en un batiburrillo cuyo interés por parte del espectador disminuye a medida que el metraje avanza hacia un final anunciado y un tanto topiquero. Eso sí, la espera se adereza con algún momento inspirado navegando por las diversas realidades alternativas que se abren ante cada decisión tomada en la nuestra. Jamie Lee Curtis no tuvo reparos en confesar al respecto que no sabía muy bien de qué iba la peli hasta que vio que, en definitiva, había una madre dispuesta a querer a su hija más allá de la opción sexual de ésta (y de paso reconciliarse con el padre).

Supongamos, además, que pudiéramos viajar a nivel de conciencia entre todas esas dimensiones interaccionando y sacando consecuencias. Y que alguien al no satisfacerle esas disyuntivas decidiera terminar con todo. Pongamos que otro alguien fuera llamado a evitarlo. Y ya tenemos luchas de kárate, puertas y procedimientos a través de las que acceder a las distintas dimensiones dentro de un humor gamberro al estilo Monte Python (... y más allá), duelos tipo ‘Los inmortales’, toques de ‘Matrix’, de ‘Desafío total’, ‘Jumper’, ‘2001’, ‘Ratatouille’... Todo un juego el ir anotando las referencias que va fagocitando el film... sin olvidar a Frank Capra a la hora de sacar consecuencias sobre nuestras relaciones con los demás, las enseñanzas derivadas de los fracasos, las segundas oportunidades y la calidad humana de las personas. Ni series como ‘Ricky y Morty’, aludida por los propios directores, u otras similares.

Ello además de toda una gama de ‘gadgets’ que es de temer pronto se prodiguen en el mercado. Desde dedos salchicha a penes gigantes. Tal parece, como alguien apuntaba, que, en alguna especie de ‘brainstorming’ y trazada la idea principal, se animó a los asistentes a proponer cuantas ocurrencias se les viniesen a la mente y luego simplemente el guion las recopiló (y le pasó la patata caliente a los encargados del montaje). Aunque entre tanto caos todavía se pudo ver latir en Ke Huy Quan el aire y la mirada del pequeño Tapón cuando con doce años acompañaba a Harrison Ford en ‘Indiana Jones y el templo del mal’, bajo la dirección de Spielberg, también autor de la historia de ‘Los goonies’ en la que Quan, como Data y con dos años más, formaba parte de la pandilla. Por su parte, Jamie Lee Curtis no pudo menos de recordar a sus padres, Tony Curtis y Janet Leigh. De ella cabe recordar su papel, en ‘Psicosis’, por el que fue nominada. Y de él, por supuesto, ‘Con faldas y a lo loco’, aunque fue nominado por ‘Fugitivos’. Ninguno consiguió la estatuilla. Las bofetadas se las dejaron esta vez (en la cinta) a Michelle Yeoh, acreditada actriz y experta karateca (que se lo pregunten a James Bond/Pierce Brosnan).

Me temo que ‘Todo a la vez y en todas partes’ será una película que pocos verán dos veces y algunos ni siquiera hasta el final. Pero, sin duda, otros la convertirán en film de culto, especialmente entre esa generación Z a la que quiere abrirse Hollywood. De momento ha ganado también un Oscar (virtual) en acumulación de calificativos: surrealista, demencial, miscelánea, desmesurada, abigarrada, imaginativa, disparatada, caleidoscópica, caótica... O, yendo a los extremos, desde aburrida, confusa, ininteligible o rayana en el delirio, hasta genial, renovadora, divertida y rompedora. Al espectador le toca encontrar el suyo en ese metaverso al champán donde surgen toda clase de burbujas tratando de transportarnos a mundos evanescentes que pueden llevarnos a mañanas de recuerdos felices o de mente confusa tratando de discernir si lo que pasó fue real, un sueño o una pesadilla. O todo a la vez y...

* Periodista

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