Opinión | CON PERMISO DE MI PADRE

Chincha rabiña

No hay semana sin su ofensa; y no se fíen, cuando no la hay, se guarda y se ofende doblemente la siguiente. Anteayer, por ejemplo, tuvo que ver con la celebración del Día del Padre. Como es una fecha que nace de la religión, al celebrarse a san José, padre de Jesús y símbolo de la familia, empieza la bronca. Comunidades que lo tienen festivo, comunidades que no (esto es lo del reino de taifas de las autonomías, ya saben), colegios que piden que no se llame así porque hay niños huérfanos o niños de familias monoparentales sólo con mami, colectivos reivindicando el papel de las madres solteras, hombres sin hijos que lo consideran un negocio, parejas que no pueden serlo dolidas por el recuerdo...

Todo el mundo quiere ser el centro del Universo, necesita su momento de ‘casito’ aunque no le toque, porque todos tenemos derechos y queremos estar representados, pero a la vez nos molesta que se nos etiquete, pero por qué yo no, y a la vez que si vamos a fomentar traumas.

El Día de la Hispanidad, mal por el genocidio (será el británico), la conquista y el saqueo. Y venga a explicar lo de la mentalidad de la época, lo de la fundación de universidades, los derechos otorgados por los Reyes Católicos. Igual cada año, no se molesten.

El Día de la Madre, fatal también, porque se valora a la mujer sólo por su condición reproductora, reduciendo a las féminas a meros cuerpos. O mal, porque también hay mujeres que no han podido serlo y se frustran.

El Día de Nochebuena, un despropósito, porque a quién se le ocurre creer que Dios se hizo carne, y en realidad Jesús era sólo un profeta, o que los que no son cristianos a ver qué celebran en los coles porque se les agravia.

El Día de los Reyes Magos, un horror. Un engaño a los niños, que crecerán creyendo en seres mágicos que traen regalos a cambio de portarse bien, lo cual es un atentado a la libertad de los críos, que pueden frustrarse si no reciben lo que pidieron (yo sigo esperando un perro saliendo de una caja)

El Día del Trabajador, que es fenomenal para los sindicatos, porque currando esa jornada en sus manifestaciones consiguen justificar que pasan el resto del año en silencio, excepto si es para atizar a la derecha. Pero, ¿y quien es rentista no se ofende? ¿Y si estás en paro, no te recuerda tu triste situación? Es una injusticia, sin duda.

Y así podríamos ir desgranando, uno tras otro, días de celebración que no merecen serlo porque siempre hay quien les saca la punta y los chafa, bien por su origen (normalmente ofende mucho todo lo que sea religioso, pero sólo si es cristiano), bien por su condición (suele molestar lo que se califica de heteropatriarcal, que si nos descuidamos es casi todo). Y las minorías, de nuevo, nos coartan.

No celebren, oigan, vayan por la vida callados, amargados, que la alegría propia es algo que molesta muchísimo y siempre van a encontrar a alguien observando que, en vez de alegrase por el bien ajeno, prefiere arrancarlo de raíz y que no haya para nadie. Una especie de comunismo de los sentires. Pues yo, para eso, prefiero ser capitalista, sin duda. Por cierto, ayer fue el Día Mundial de la Felicidad. Rabien.

** Periodista (@merbaronam)

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