Opinión | EDITORIAL

Subir tipos, luchar contra la inflación

A pesar de las recientes turbulencias financieras, el Banco Central Europeo apuesta por encarecer el dinero para mantener la estabilidad de precios

Archivo - FILED - 02 February 2023, Hesse, Frankfurt/Main: Christine Lagarde, President of the European Central Bank (ECB), leaves after a press conference at ECB headquarters.  The European Central Bank (ECB) raised its key interest rate by 50 basis poin

Archivo - FILED - 02 February 2023, Hesse, Frankfurt/Main: Christine Lagarde, President of the European Central Bank (ECB), leaves after a press conference at ECB headquarters. The European Central Bank (ECB) raised its key interest rate by 50 basis poin / Arne Dedert/dpa - Archivo

El Banco Central Europeo (BCE) se reafirmó esta semana en su decisión de subir los tipos de interés, a pesar de las turbulencias bancarias de los últimos días. Tras la intervención del estadounidense Silicon Valley Bank (SVB), y más aún después de que se hundiera en bolsa el Credit Suisse el miércoles y aumentara el temor a un contagio en Europa, había dudas sobre si la institución que preside Christine Lagarde iba a moderar su política monetaria para no dañar la estabilidad bancaria. No ha sido así, al menos de momento.  

El BCE subió los tipos de interés 0,5 puntos porcentuales, hasta el 3,5%, manteniendo la tendencia alcista iniciada en julio del año pasado, pero a diferencia de la anterior reunión dejó en el aire futuras subidas.

Se había generado expectación en torno a una dicotomía: luchar contra la inflación o proteger la estabilidad del sistema financiero. Al subir los tipos de interés, se enfría la economía y los precios se moderan. Pero al mismo tiempo, la subida de tipos es una de las razones que hay detrás de la caída del SVB y podría afectar a otros bancos en una situación similar. De modo que, cuando el BCE sigue apostando por encarecer el dinero, lo que hace es situar la lucha contra la inflación como prioritaria en sus decisiones.

No puede ser de otra manera, porque el Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea asigna al BCE un mandato claro de mantenimiento de la estabilidad de precios. Esa debe ser su misión principal. Con una inflación en la zona euro del 8,5% y una previsión para este año 2023 del 5,3%- muy por encima del objetivo del 2%-, en el consejo de gobierno de la institución se impuso el criterio de los gobernadores más ortodoxos.

Aunque parezca paradójico, que el BCE no actuara para tranquilizar al sector de la banca puede interpretarse como un voto de confianza hacia este: no necesita medidas excepcionales porque es suficientemente sólido. De lo contrario, se habrían disparado las especulaciones sobre un contagio. Los discursos oficiales mantienen que las entidades europeas están sometidas a controles y tests de estrés que garantizan su solvencia y capacidad de resistencia, y ponerlos en duda sería contraproducente.

Cosa diferente es lo que ocurra a partir de ahora. Lagarde prometió «suministrar apoyo de liquidez al sistema financiero de la zona euro si fuera necesario» y dejó abierta la puerta a dar un giro en la política monetaria, si persisten las tensiones financieras. Y solo un día después se celebró una reunión extraordinaria del consejo de supervisión del BCE, para analizar la situación del sector, justo horas después de que los grandes bancos estadounidenses acudieran al socorro del californiano First Republic Bank, en el que depositaron 28.200 millones de euros para reforzar su liquidez. Son ya tres los bancos norteamericanos sacudidos por la crisis financiera, mientras la Reserva Federal recibe solicitudes de liquidez de emergencia por unas cantidades récord.

Hasta la fecha, el BCE ha argumentado que la economía y el empleo han soportado bien la subida de tipos. Pero esta subida no es inocua, porque afecta al endeudamiento de los ciudadanos, de las empresas y de los estados. 

Hay que calibrar si estos perjuicios son mayores que los que produce la inflación que sigue empobreciendo a los ciudadanos. Otra cuestión es si hay que buscar el 2% a toda costa. Se podría plantear una ralentización en la subida de tipos como la que ya ha iniciado la Reserva Federal (Fed) estadounidense. El BCE tendrá que hacer equilibrios si quiere proteger al sistema financiero y evitar una recesión, sin olvidar su mandato principal de controlar la estabilidad de precios.

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