Opinión | BRISAS

Adiós a estas brisas, me esperan mis memorias

«Ahora me espera terminar mis Memorias de toda una vida como periodista»

Ha pasado una eternidad desde que escribí mi primer artículo en el CÓRDOBA. Entrábamos los «quintos» en la estación de Cercadilla para subir al tren que nos llevaría a Obejo. Una mujer lloraba y yo escribí que ni su hijo ni nadie íbamos a la guerra. He aprovechado el pregón de Manolo Hita para mi despedida. Me espera terminar mis Memorias de toda una vida como periodista. Manolo ha sabido exaltar al judío y al mismo tiempo al tambor. He rememorado un célebre artículo de mi padre en el que dice: «El tambor y el judío son una misma cosa». Por eso el pregón de Manolo ha sido tan original. Ha mezclado sus vivencias como judío y al mismo tiempo sus conocimientos sobre la historiografía del tambor. El barroquismo verbal de los antiguos pregones --Pedro Palop y Moreno Galvache-- lo han sustituido los pregones con sentimiento personal y la nostalgia de la lejana niñez que lleva implícita la ética religiosa, para que no se conviertan los pregones en unos juegos florales. Un acierto del pregón de Manolo Hita ha sido la de intercalar --«Baena Santa»-- un conglomerado de imágenes y sonidos que hablan pese a no llevar texto. Excelente la saeta de Lourdes Palmero, con el «quejío» tradicional acompañado de las palabras judíos coliblancos y colinegros. Una puesta en escena de Yolanda Molina, autora del cuadro tan atractivo. Carmeli Piernagorda se merece lo de ejemplar. Aquí el feminismo es ya una realidad. Las tamborileras redoblan como varones. En fin, mi fantasía voló y pensé que a mi lado estaban mi padre, Bermúdez Cañete y Vázquez Ocaña. Me imaginé que me decían: «Cuánto ha cambiado la Semana Santa de Baena».

*Catedrático

Suscríbete para seguir leyendo

TEMAS