Opinión | Con permiso de mi padre

Si llego a saberlo

Cumplir años es un regalo, sin duda. Sean los que sean, porque ya saben que la alternativa es algo peor y bastante más definitiva. Es habitual cuando se reúne un grupo de amigos que alguien diga lo de «yo volvería a los 20 años, pero sabiendo lo que sé ahora». Rápidamente alguien contesta que sí, que volvería, pero que mejor a los 30, que lo tenía todo más claro. Y el que afirma que se encuentra en su mejor momento, o la que no volvería para atrás ni de broma. Es curioso que hay quien recuerda su infancia como un territorio hostil y con muchos momentos oscuros, y quien reconoce que en la adolescencia estaba completamente perdido. Yo tuve una infancia muy feliz y una adolescencia en la que no entendía mucho, si bien todo me parecía un descubrimiento, pero hay quien no recuerda así y no volvería jamás. Supongo que lo más preciado del tiempo pasado es que no podemos volver atrás y recuperarlo.

Tampoco creo que la edad sea un estado del alma más que del cuerpo, porque conozco cuerpos que no se sostienen ya en pie, pero albergan un alma más joven y viva que la de muchos niñatos. Así que, aunque esto sólo puede hacerse hacia adelante y no como Benjamin Button, he de reconocer que si volviera atrás no querría saber lo que sé ahora. Imaginen perderse la ilusión, el desconcierto, por supuesto las penas, pero también la alegría, ir por el mundo con una especie de cinismo vital, desconfiando o limitando muchos de mis actos porque ya sabría qué viene luego.

El otro día alguien sabio me dijo que la vejez empieza con la pereza; un día dejas de hacer algo que hacías porque ya lo haré en otro momento. Al día siguiente dejas de hacer eso y algo más, porque vaya pereza y si eso mañana. Y en vez de salir me quedo sentado y cada vez me muevo menos. Y voy cerrándome el círculo vital en sentido inverso a cuando eras joven, que lo vas expandiendo con más y más experiencias. Es cierto que llega un momento en el que la cáscara que habitas no te deja hacer todo lo que querrías o hacías anteriormente, pero es entonces cuando lo debes dejar, no antes.

En esas conversaciones entre amigos también hay quien reconoce que si volviera atrás no tendría hijos, y la que dice que de haberlo sabido no se habría casado con Fulanito ni muerta. Y justo en ese momento sale Fulanito de la cocina y mira con cara de despiste, porque no entiende las risas y que su mujer se levante a darle un beso que la reconcilie con un presente que, en realidad, no cambiaría por nada.

*Periodista

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