Opinión | No me digas...

Vivir en quince minutos

«Sería necesario que todo el mundo viviera en bloques para que los servicios queden a su alcance en ese tiempo»

La imparable corriente de la corrección política, que ya no sabe qué hacer para meterse en todo, rescata aquel viejo proyecto centenario de las ciudades de 15 minutos. Ya las hay que han empezado a estudiar la cosa, como París, Oxford o Milán. En realidad, la música suena muy bien, pero otra cosa sería la letra. La música nos hace bailar con la fantástica idea de que todo el mundo tenga los servicios esenciales no más lejos de 15 minutos de su casa: sanidad, educación, ocio, aprovisionamiento, etc. Perfecto, nos apuntamos. La razón, una vez más, es limitarnos el movimiento, impedir que tengamos que coger el coche o el transporte público en aras de la sostenibilidad y las zarandajas utópicas de moda. Que todo el mundo vaya a pie o en bicicleta, siempre que ese todo el mundo, claro está, pequeño detalle, tenga edad para montar en bicicleta o sus piernas se lo permitan. ¿Es que todo el mundo tendrá a 15 minutos los supermercados de su preferencia, o habrá de aceptar las que le imponga el Estado en su barrio? Si eres fan de Mercadona, Día, Spar, o Lidl, etc., ¿tendrás que renunciar porque en tu barrio no te ha tocado ese? Si tu médico de cabecera de toda la vida está en un sitio que no te corresponde, ¿tendrás que aceptar el que te digan dentro de tus 15 minutos? Además, para todo eso, ¿no es necesario que todo el mudo viva en bloques, que es la única solución para que los servicios queden a su alcance en ese tiempo? En cuanto a los trabajos, ni hablamos, sería imposible que todo el mundo encontrara trabajo en un radio de 15 minutos. En fin, otra parida de las tantas que brotan como hongos en estos tiempos en los que se confunde la utopía con lo posible. Todo, todito, todo convertido en un tornillito, en un ladrillito más en el muro de la nueva ingeniería social que tratan de imponer las élites. Y, luego, los conspiranoicos (¿seguro que son conspiranoicos?) que temen que primero te den el caramelito de la utopía y luego esto se convierta en la prohibición de ir más allá de tu radio de 15 minutos. En fin, otra estupidez más, de largo plazo, de cabezas aburridas, en lugar de resolver lo que a la gente le preocupa ya y ahora.

*Escritor @ADiazVillasenor

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