Opinión | CAMPO Y CIUDAD

Catilinaria

Según el historiador Salustio (Cayo Crispo), durante los debates mantenidos en el Senado romano, al tiempo que se discutía y dilucidaba acerca de la conspiración contra el Estado de la que se acusaba entre otros a Catilina, supuestamente instrumentada para destruir el régimen del gobierno, Julio César, que fue elogiado por su porte, sus gestos, su elegancia y la contundencia de su actitud, así como por los tonos de su voz, levemente aguda, afirmó que «los hombres, padres conscriptos, cuando deliberan sobre asuntos espinosos, deben estar libres todos de odio, amistad, cólera y compasión. El espíritu no discierne fácilmente la verdad cuando median estas pasiones, y nadie puede servir al mismo tiempo sus impulsos y su interés. Cuando haces uso de tu inteligencia, esta predomina; si se apoderan de nosotros los impulsos, mandan estos y el espíritu para nada cuenta».

La demostrada culpabilidad de los acusados a tenor de los hechos punibles no se cuestionaba, como tampoco que hubiese un castigo demasiado duro para ellos. Sin embargo, la posición del Senado muy responsablemente no debía consentir que sus miembros cedieran a sus emociones. Debía decidir qué era lo mejor para el futuro del régimen democrático del Estado, sabiendo que con su decisión sentarían un precedente.

A algunos ciudadanos, verbigracia a los más atrincherados, siempre se les permitía exculparse si eran encontrados culpables, aún siendo grave el delito cometido, convirtiéndose la pena en un castigo teórico. La cual les resultaría más dura si a los conspiradores se les dejase conllevar las consecuencias de sus crímenes. Aunque en política, más que en ningún otro aspecto de la vida, las actitudes, las lealtades y los compromisos no duran para siempre. Cicerón, al constatar en ese momento el discurrir de los acontecimientos, decidió actuar pronunciando un largo discurso, cuyo texto publicó más adelante con el título de ‘Cuarta catilinaria’. Y en conclusión: con el propósito de afianzar la estabilidad de la situación resultaba absurdo dejar en libertad a los que pudieran unirse a Catilina.

*Doctor Ingeniero Agrónomo. Licenciado en Derecho

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