Opinión | LA CLAVE

Glacial

Al montarme en el taxi la conversación era evidente, hacía un frío terrible y abrigada hasta las cejas con un sol radiante, los ojos que se cruzaron en el retrovisor comenzaron lo que con palabras se materializó, ¡qué frío estamos pasando! Lejos de continuar con este tema el taxista dio un giro: estamos todos hablando de lo mismo, todos dicen «es lo que hay», pero esa expresión no me gusta, parece que hay que resignarse por todo, añadió. Pese a que cada vez que alguien me habla su queja sobre el tiempo me asalta en el pensamiento lo que me cuentan que decía mi bisabuelo: «Pues súbete y cámbialo» y ya os lo he contado en más ocasiones, su sentimiento me acompañó todo el día. Me acompañó el frío y su reivindicación al compás de dos noticias: se confirmaba que durante la última glaciación la Península Ibérica había sido casi el único refugio para la supervivencia de los humanos en el continente. Del Pino confirmaba que Ferrovial se marchaba a los Países Bajos. Podría haber pensado: ¡qué paradojas tiene la evolución humana! Pero el éxodo egoísta y cainita solo puede responder a movimientos antinaturales o mejor dicho... ¡qué desvergüenza! Obviamente, habrá quien secunde la decisión de trasladar su empresa a otro país con el único fin de pagar menos impuestos, pero entiendo que serán los mismos que aplauden que cada uno se pague su propia atención sanitaria, educativa... serán los mismos que dudan de un Estado público robusto, serán los mismos que mientras en la pandemia aclamaban ayudas públicas, tras ella su erradicación. No hay explicación aceptable sobre este traslado, Ferrovial es una empresa que le debe todo a España, es gracias a la obra pública, esa que se paga con el dinero de todos a través de los impuestos, el motivo de su crecimiento. Del Pino es el tercer hombre más rico de este país. Podría desgranar todos los motivos por los que ni siquiera debería haber insinuado esta cuestión pero la propia metáfora de su ejercicio habla por sí misma. Leía a Italo Calvino en su conferencia sobre la oposición levedad-peso una reflexión sobre el mito de Perseo y Medusa: «Le basta mostrarla alzándola por la cabellera de serpientes [...], un arma que no usa sino en casos extremos y sólo contra quien merece el castigo de convertirse en estatua de sí mismo». ¿Sentirá su sangre correr ante cualquier autónomo o trabajador español? O el desprecio elitista añadiría: si pudiera lo haría también. El Gobierno español está estudiando todas las posibles medidas que se puedan tomar. A Núñez Feijóo le escuché decir: «La incertidumbre. Cuando uno no sabe lo que le pasa, normalmente es lo que le pasa. Qué no sabe lo que está pasando». No sé si era como análisis de esta situación o de cualesquiera que pudiese estar sucediendo. Amar a tu país es un Estado del Bienestar justo, igualitario. Ese que nos dimos en nuestra Constitución. Esa es España.

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