Opinión | Cielo abierto

Antonio Ramos Espejo

«Aquellos domingos por la tarde en Córdoba eran volver del perol en la sierra, y asomarnos por una pantalla a una tensión lejana: el periodismo, el sabor y la furia de palabras impresas para contar la vida»

Entrabas en el Diario CÓRDOBA, subías las escaleras que daban a la redacción y de pronto te encontrabas dentro de la serie de Lou Grant. Los viejos del lugar recordarán aquellos episodios con Ed Asner como director de ‘Los Ángeles Tribune’. Aquellos domingos por la tarde en Córdoba eran volver del perol en la sierra, con el calor aún sobre los hombros, y asomarnos por una pantalla a una tensión lejana: el periodismo, el sabor y la furia de palabras impresas para contar la vida. Todo eso lo sentías la primera vez que subías las escaleras de la redacción. A mí me esperaba arriba mi --desde entonces muy amigo-- Antonio Galán, al que había enviado un par de artículos por la intermediación de Carlos Miraz. Pero Antonio Galán, que era redactor-jefe, me llevó al despacho de Antonio Ramos Espejo. Recuerdo que hablamos algo de Antonio Muñoz Molina --él le había dado la alternativa en ‘Diario de Granada’-- y me preguntó si me veía capaz de escribir una columna semanal: esos momentos en los que la osadía puede ser más potente que la cordura, pero así se hace la vida. En fin, yo tenía 18 años: qué iba a saber de nada. Pero Antonio Ramos confió en mí, me dio esa columna y la escritura echó a rodar. Recuerdo cómo me sobrecogió aquella redacción de La Torrecilla en 1994, cuando todavía se veían por ahí máquinas de escribir. Con Antonio Ramos Espejo hablé mucho de Lorca: suyo fue el empeño de publicar el libro sobre José María Albariño, el poeta cordobés amigo de Federico, caído en los primeros días de la guerra. El periodismo de Antonio Ramos Espejo caminaba henchido de buena literatura, en esa tradición tan andaluza que ha tenido a Manuel Chaves Nogales como último descubrimiento de consenso; y ahí nacieron los Cuadernos del Sur. Era un gran periodista, hizo un periódico con solera y supo ser generoso con aquel antiguo muchacho que empezaba. Descanse en paz un hombre que habló con brillantez de Andalucía y supo defender el periodismo como plaza de encuentro.

*Escritor

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