Opinión | LA CURIOSA IMPERTINENTE

Cancelaciones

Cuenta Quevedo por boca de su ‘Buscón’ que un primer domingo de Cuaresma cayeron su amito y él en poder de la hambre viva, quien no era otro que el licenciado Cabra, «clérigo cerbatana archipobre y protomiseria, que, mirado de medio abajo, parecía tenedor o compás, cuyos zapatos podían ser tumbas de filisteos y que conjuraba los ratones de miedo que le royesen algunos mendrugos que guardaba». Creo, aunque todo pudiera ser, que todavía a nadie en España le ha dado por cancelar, corregir o censurar al enorme poeta que fue Quevedo, pese a su misoginia, su antisemitismo y su mala idea constante más allá de la muerte, como su amor. Tampoco la editorial española de la obra del inmenso Roald Dahl se ha prestado a inferirle el agravio de corregir sus obras, lo cual dice mucho del sentido común, la inteligencia y el criterio de nuestros compatriotas, al contrario que en otras latitudes donde parece que la incultura de la cancelación está alcanzando proporciones que traspasan cualquier límite que se quiera poner al absurdo, la beatería laica bien pensante, el neopuritanismo baboso de lo correcto y la caspa intelectual.

Pues resulta, amigo lector, que Disney acaba de censurar dos cuentos clásicos de Tío Gilito, ese trasunto de nuestro clérigo barroco, del avaro de Molière y del Ebenezer Scrooge de Dickens, reencarnados todos ellos para deleite del público juvenil que fuimos, en un entrañable pato capitalista y tacaño del siglo XX. Y lo han hecho estos inquisidores de pacotilla «como parte de su compromiso continuo con la diversidad y la inclusión». De modo similar, serán censuradas las obras de James Bond, chequeadas por un equipo de ‘sensitivit readers’ que así lograrán que en las ediciones para conmemorar el 70 aniversario de la publicación del primer libro de Ian Fleming ningún grupo de población se sienta ofendido.

Esta dictadura moral que poco a poco va invadiendo cultura, arte, política, vida familiar y pública es un veneno que conlleva autocensura y cercena las raíces mismas de la libertad. Y no podemos ni debemos inclinarnos sumisos ante ella.

* * Profesora

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